Cultura

Alfonso X se despoja de su injusta fama ‘antigallega’

Una nueva publicación del Consello da Cultura Galega vacía de tópicos las relaciones del ‘rey Sabio’ con el noroeste y la supuesta decadencia del Reino en el siglo XIII

Detalle de la portada de una edición de las Cantigas de Alfonso X ABC

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Ni había entrado en declive, ni la monarquía la había abandonado, ni era —solo— una tierra de curas y monjes. En el siglo XIII Galicia seguía siendo un pieza clave en el mapa político y cultural peninsular. Y Alfonso X de Castilla (1221-1284), el contradictorio rey de fama ‘antigallega’ que tiraba de galaicoportugués para sus Cantigas, no mostró tanta desidia por el noroeste como tradicionalmente se ha escrito. Una nueva publicación del Consello da Cultura Galega despoja al ‘rey Sabio’ de esta inmerecida leyenda .

Que en el siglo XIII Galicia era un territorio en decadencia y que la monarquía castellana en tiempos de Alfonso X se había alejado de estas tierras es solo «una verdad a medias», explica en una conversación con ABC José Miguel Andrade, profesor de Historia Medieval de la Universidade de Santiago y coeditor —junto al hispanista Simon R. Doubleday— de ‘Galicia no tempo de Afonso X’ . Una obra colectiva que desarma, o cuando menos matiza, muchos clichés sobre este reinado. En todo caso, considerar ‘antigallego’ al ‘rey Sabio’ sería «injusto».

Tras dos dinámicas y ajetreadas centurias, en las que con la secesión del Reino de Portugal el Miño se convierte también en una frontera política (1179), y en las que el Reino de Galicia se integra en la Corona Castellana (1230), se abre un periodo en el que la monarquía solo parece tener la mirada puesta en el sur. El futuro Alfonso X, todavía como heredero, participó activamente en la conquista de Sevilla durante el reinado de su padre, Fernando III. En esta ciudad sería también coronado (1252), y en ella acabaría muriendo (1284). En sus tres largas décadas de reinado, sin embargo, no hay constancia de que el ‘rey Sabio’ hubiese pisado Galicia .

Una monarquía «colectiva»

¿Significa esto que Alfonso X se había despreocupado de aquella lejana tierra de curas, frailes y viejos aristócratas? En los últimos años los académicos, especialmente de la Universidade de Santiago, han ido matizando esa supuesta desidia monárquica hacia el noroeste . Ahora, la publicación del Consello da Cultura lo hace de una manera si cabe más contundente.

Su alejamiento físico desde su coronación es indiscutible, y también constantes las disputas de la monarquía con los monasterios. « Pero Galicia siguió siendo vital económicamente para la Corona », recogen Andrade y Doubleday. Aunque fuese por simple interés recaudatorio, el noroeste supuso una importante fuente de ingresos para financiar las campañas militares en Andalucía, en la que los gallegos participaron activamente. A su vez, la conquista de Sevilla sirvió de estímulo para los puertos galaicos. Y el control de la Iglesia sobre estas tierras, según los autores, «era más limitado de lo que se podría imaginar».

Alfonso X, como rey, nunca llegó a pisar Galicia. Pero la Corona —vuelven a matizar los autores— era mucho más que la simple figura del monarca. Y es que la monarquía no tenía todavía por aquel entonces el carácter personalista que adquiriría siglos después . La Corona, en la Baja Edad Media, más que como un gobierno en solitario debe ser entendida como una empresa «colectiva y corporativa», explica Andrade a este diario. Los familiares, hermanos bastardos y otros allegados jugaban un papel relevante. De hecho, varios destacados y duraderos funcionarios de Alfonso X eran gallegos.

Y, por su puesto, la reina consorte, Violante de Aragón, fundadora del monasterio de Santa Clara de Allariz (Orense). El convento, más allá de concebirse como refugio para su viudez, fue pensado también, según esta nueva publicación, como un movimiento político para « para reafirmar el poder real como contrapeso al poder de la Iglesia ». Otra vez queda patente que, si bien el rey no pisaba Galicia, la monarquía sí atendía al noroeste. Los numerosos topónimos reales que todavía se conservan en la Terra Chá también contradicen el mito de una Corona supuestamente ausente.

El rey y la lengua

Alfonso X no visitó Galicia durante su reinado, pero no fue ajeno a esas tierras siendo infante . Hubiese pasado o no parte de su niñez en Maceda (Orense) —una cuestión todavía muy debatida—, lo que está claro es que su ayo, el burgalés García Fernández de Villamayor, estaba casado con una noble gallega, Doña Mayor Arias.

Que Alfonso X emplease el galaico-portugués para sus Cantigas no era una excentricidad. Aunque «lo lógico», según explica Andrade a ABC, es que el ‘rey Sabio’ hablase habitualmente en romance castellano, el gallego le era familiar: «Probablemente era una persona bilingüe ». Frente al latín, Alfonso X fue un «promotor de las lenguas vernáculas»: castellano para la producción científica y la historia, y galaico-portugués para la lírica. Castilla y la lengua castellana, además, no tenían todavía entonces la hegemonía que lograrían en los siglos sucesivos.

No era un monarca ‘antigallego’, aunque solo fuese por mero interés. En su obsesión por ser coronado emperador del Sacro Imperio Romano, Alfonso X quería tener bajo control todos sus reinos peninsulares, y Galicia no era una excepción. Más que ‘antigallego’, podría rebautizarse a Alfonso X como ‘anticompostelano’ . Reacio al culto a Santiago, y por extensión al Camino, percibía el poder eclesiástico y aristocrático de Compostela como su antítesis, como el rival a combatir. Pero ese ya es otro cantar.

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