La coalición saltaba por los aires en el debate de política general. Aragonès compartía confidencias con su vicepresidente ajeno a los planes de su socio. Mientras desde Junts le anunciaban que una posible petición de someterse a una cuestión de confianza. Era el desenlace de las continuas tensiones en el seno del gobierno y que llevaba al presidente a dar un golpe en la mesa y cesar a su vicepresidente. Hoy, los consejeros de Junts ponen su cargo a disposición del partido. Llegaban a la sede así, por separado, y volvían a entrar para escenificar ante las cámaras la unidad de su bloque frente a la fractura del independentismo a solo unos días del aniversario del 1 de octubre. Esquerra espera que su socio proponga un nuevo vicepresidente y da por cerrada la crisis.
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