Varias bicicletas con las que se solía ver a la familia pasear los fines de semana JUAN CARLOS SOLER

J. L. F.

El comportamiento del parricida de Elche que mató a sus padres y a su hermano pequeño de diez años a tiros de escopeta parece más propio de un personaje de ficción frío y calculador que de un adolescente de 15 años que va al instituto. Después del triple crimen, suplantó a su madre en el WhatsApp contestando a los mensajes que recibía y siguió jugando a videojuegos.

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Más tarde, fotografió los cadáveres de sus familiares. Esa imagen fue la que mostró a su tía tres días después de los crímenes para confesar que los había matado. A su padre, «porque sabía que se iba a enfadar», y a su hermano «para que no me delatara».

Aunque podría pensarse que actuó con sangre caliente durante la discusión con su progenitora por las malas notas -hasta entonces había sido un buen estudiante- y tras ser castigado sin wifi, el propio Santiago declaró a los investigadores de la Policía que se fue a su habitación y estuvo «pensando» qué hacía . No fue un arrebato, reflexionó antes de tomar su cruel determinación y probablemente le dio vueltas a las cosas varios días, porque había discutido con sus padres anteriormente.

Su padre era aficionado a la caza y, aunque el armero estaba cerrado con llave, todos en casa sabían dónde estaba. De momento, no ha trascendido si ambos habían practicado juntos, aunque el adolescente ha demostrado la suficiente destreza con el arma , una repetidora con la que efectuó seis disparos en total.

La propia narración en primera persona del imperturbable protagonista de este suceso le retrata, sin remordimientos: « Disparé dos veces a mi madre cuando estaba en la cocina. Un tiro por la espalda y luego la rematé». Acto seguido, ninguna emoción, ni reacción o arrepentimiento: « Mi hermano intentó escapar, pero salí detrás y lo cacé antes».

Y superando cualquier límite en la conducta a sangre fría, aguardó pacientemente para acabar con toda su familia: « Esperé a mi padre cuatro o cinco horas y le disparé al llegar». También con una entereza impropia de su edad, llevó los tres cadáveres al cobertizo situado a una treintena de metros del chalé y los amontonó. Allí estuvieron tres días.

Aficionado al «Fortnite»

Después, su relato encaja con una partida del videojuego « Fortnite » que tanto le gusta, en el que se alternan las escenas de violencia con las tareas y rutinas más cotidianas, si transición, con total naturalidad. Se duchó, se preparó la cena y siguió a lo suyo, la videoconsola.

Entre el martes pasado y el viernes, contestó a mensajes haciéndose pasar por su madre, mintió a sus compañeros de clase diciéndoles que se quedaba confinado en casa porque se había contagiado del covid y solo cuando una tía suya acudió porque no tenía noticias de la familia, le confesó el triple crimen: « He matado, al papá, a la mamá y a mi hermano ».

Incluso los agentes de la Policía Nacional , habituados a tratar todo tipo de violencia y casos similares, se han quedado sorprendidos por la frialdad y ausencia de remordimientos de Santiago, un chaval «normal» y «tímido» , tal como lo definen sus amigos y vecinos, que no recuerdan nunca haberlo visto «ni cabreado» ni enfrentado con nadie.

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