Joaquín Guzmán - Crítica musical

Michieletto da en el clavo

«En esta representación se muestra más comedido y minimalista, frente al horror vacui que mostraban sus anteriores producciones»

Imagen de la representación MIKEL PONCE

Habría que reflexionar sobre las razones por las que, aun habiendo en esta ocasión una entrada aceptable, el público se resiste a acudir a las obras que no son de repertorio habitual, a los grandes hits, cuando luego resulta que el título resulta ser un éxito sin paliativos como sucedió en esta ocasión. En definitiva ¿Quién construye el repertorio? ¿Deben seguir esos títulos repetirse cíclicamente por la sostenibilidad de los teatros?.

Debo reconocer que las producciones de Damiano Michieletto en Les Arts nunca me habían gustado. Tanto la del El Barbero de Sevilla como del Elisir d'amore me resultaron cargantes y sobretodo fallidas por las razones que en su día comenté. No ocurre sin embargo con esta Condenación De Fausto, en la que Michieletto con una idea general arriesgada, sin embargo, se muestra más comedido y minimalista, frente al horror vacui que mostraban sus anteriores producciones, y da en el clavo y nos remueve. Y lo da en una obra ciertamente compleja; en esta “leyenda dramática” como llamó Berlioz a su composición, puesto que no se trata en puridad de una ópera. Difícil resulta llevar a las tablas una historia plagada de de elipsis. Desde el punto de vista formal son evidentes las citas cinematográficas a Trier y el movimiento Dogma con el empleo de la cámara en mano-¿un recurso estilístico que podría emplearse en más ocasiones para apreciar los detalles de las producciones que no se aprecian desde el patio de butacas?-, aunque también a Kubrick (la Naranja Mecánica) con este mismo recurso de la cámara y con la utilización de una constante e inquietante luz blanca.

Imagen de la representación MIKEL PONCE

El regista italiano sitúa la acción en la actualidad y el desasosiego de Fausto, más que existencial, es de inadaptación a la vida que le toca vivir, protagonizada por episodios de bullying escolar, la visita de la enfermedad o la nostalgia por la infancia, hasta el punto de plantearse quitarse del medio. Michieleto defiende la atemporalidad del Fausto de Goethe y de su mensaje, cuya trama, para mejor comprensión viene dividida en 15 escenas que vienen enunciadas en grandes rótulos.

Musicalmente se trata de una Condenación excelente, con un Abbado que da la talla, con una dirección expresiva e intensa, respondiendo la camaleónica orquesta y todos sus solistas a la perfección. No se quedan atrás el Cor de la Generalitat al que se le exige mucho ya que sufre constantes transformaciones. Además del Cor de la Generalitat, intervienen la Coral Veus Juntes y la Escolanía, ofreciendo todos un altísimo nivel. La colocación de dos coros uno sobre una grada por encima de la escena y otro, menor, dentro del foso, produce ciertos retardos y desajustes.

El único pero que puede ponerse al excelso canto de Celso Albelo es quizás una pequeña falta de proyección y volumen que en algún caso determinado pueda superar a una orquestación que no es la propia del belcantismo, en el que es un consumado maestro. Por lo demás, se trata de un excelente tenor que sale más que airoso en un rol plagado de escollos. Desde el punto de vista dramático no es el de Fausto un rol especialmente agradecido puesto que Berlioz reserva toda esta carga para Mefistófeles que lo encarna magníficamente, Rubén Amoretti .

En las escenas con la Steadycam, incluso fuera de escena, da magníficamente el plano atrapando su actuación al espectador desde el primer instante. El único punto oscuro y admito que es algo personal, es cuando Michieletto hace bailar a los personajes al son de la música, en este caso de Berlioz, lo que a mí me resulta especialmente grotesco. No puedo con eso, lo reconozco. Amoretti canta, además, estupendamente, aunque se le eche en falta un instrumento más profundo, redondo y rotundo. Silvia Tro también disfruta de las mieles del triunfo con esa voz pastosa y voz homogénea, quizás demasiado, en un rol que no da tiempo a madurar en cuanto a matices y psicología, porque tampoco es una obra del gran repertorio y por tanto que un cantante tenga tantas ocasiones para profundizar en su personaje.

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