Ferran Garrido - Una pica en Flandes

El gran apagón

«Tendemos más a creer la ficción que la realidad si la fantasía se acerca a lo que queremos creer. Y siempre tendemos más a creer en lo malo que en lo bueno»

Dos hombres toman notas a la luz de las velas EFE

No me da la vida. La verdad es que no me da la vida. No tengo tiempo para nada y he de estar preparado para lo que se avecine. Tengo que hacer una lista y empezar a pertrecharme para lo que pueda venir. La verdad es que es una angustia tanta angustia. Pero no me da la vida…»

Vamos por partes. Acopio de velas, no vaya a ser que se acaben. El caso es que por casa tengo un paquete de diez, de esas blancas largas. De las que se pueden partir por la mitad. Pero da igual, voy a comprar velas . Y latas de anchoas. Bueno no, que dan sed. Sed, he dicho sed, así que voy a comprar toda el agua mineral que me quepa en el coche, por si la cortan. Pero claro, si lleno el coche de garrafas de agua no me van a caber los paquetes de velas. Compro velas por si se va la luz. ¿Luz? Hay que comprar linternas, diez o doce, por si acaso. Claro que si compro linternas y no compro pilas estoy haciendo el canelo. Pilas . Cargo pilas. Cargar pilas, bueno eso también, pero voy a comprar unas veinte cajas de pilas, no vaya a ser que falten luego. Oye, si no compro anchoas, que dan mucha sed y beberé más agua, compro sardinas en tomate, que tienen proteínas y mucho fósforo. Unas cien latas. ¿Fósforo? Madre mía, hay que comprar cerillas para encender las velas. Y mira, ya puestos, latas de cocido y de fabada. Y de sopa, que eso es calentar y ya está. ¿Calentar? Y ¿cómo voy a calentar la comida? Voy a por una cocina de esas de camping. Las hay de uno y dos fuegos. Que han cambiado mucho. Muy modernas, no te creas, que ahora van con un cartucho de gas y todo, nada de ir por ahí con la bombona de butano. ¿Butano? Anda que se ha puesto a un precio…

Dos hombres toman notas a la luz de las velas EFE

En el súper no queda de nada. Claro, la gente va como loca con los carros llenos. No sé qué se piensan a la hora de comprar. Y nada, que no quedan hornillos en las tiendas. Y de la cocina portátil, mejor ni hablamos. Ni una. Me ponen en lista de espera para finales de diciembre. Y de los cartuchos de gas, ni restos. Así no se puede. Así ¿cómo voy a sobrevivir yo al gran apagón?

Claro, bien pensado, si me uno a lo de las compras preventivas en masa , lo único que hago es contribuir a la escasez de productos. Pero oye, que cada uno se apañe. Si faltan cosas, ya te digo, cada uno para él. Voy a ver si lo pillo todo por internet. Nada todo agotado. Bueno, pues voy a cargar buena cosa de papel higiénico a ver si con tanta fabada y tanta sardina me da por irme por la patilla y luego me falta papel. Aunque, espera que baje al trastero. Bien, tengo aún más de 100 rollos, resto de los que compré al principio del confinamiento. Mira qué bien que fui previsor. Llevo dos años tirando de fondo de armario con el papel higiénico. Nada como prepararse bien.

A las ocho en punto de la mañana sonaba el despertador. Dolor de cabeza y la boca seca, como de haber comido muchas anchoas de las malas, de las que son todo sal. Una sensación nerviosa en las piernas y los brazos, doloridos y cansados, me pesan al ir a apagarlo. Bueno, me pesa el izquierdo. Con la mano izquierda es con la que apago el despertador cada mañana. Con la derecha enciendo la luz. He dicho luz. Esa sí que se ha puesto a un precio que mata. Pero, ¡he encendido la luz! ¡Hay luz! Entonces, ¿para qué he estado perdiendo el tiempo toda la noche? Ostras ya sé, me acosté con la cosa esa del gran apagón en la cabeza. Menuda nochecita. Voy a tomarme la realidad un poco más en serio y a no dejarme llevar por tanto alarmismo. Tendemos más a creer la ficción que la realidad si la fantasía se acerca a lo que queremos creer. Y siempre tendemos más a creer en lo malo que en lo bueno.

Voy a c entrarme en la realidad porque hoy tengo que dedicarme a las cosas que realmente importan, como las vacunas, las mascarillas, los certificados de vacunación, el pasaporte Covid y ver cómo puedo bajar el gasto de la factura de la electricidad. Además, he de estudiar lo de abaratar la pasta que me gasto cada mes en gasolina para ir a trabajar. Y he de ir a trabajar, claro, que son las ocho, así que voy a dejarme de chorradas con lo del gran apagón y voy a poner los pies en el suelo que, ya sólo con el día a día, no me da la vida.

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