Ferran Garrido - Una pica en Flandes

Coronavirus: estar a la altura

«Hace días que emprendí el largo viaje que va desde el cabreo a la indignación, y que pasa por la comprensión, la aceptación, el civismo, la empatía y tiene una obligatoria parada en el dolor»

Última hora del coronavirus en la Comunidad Valenciana

Hace días que emprendí el largo viaje que va desde el cabreo a la indignación, y que pasa por la comprensión, la aceptación, el civismo, la empatía y tiene una obligatoria parada en el dolor . Todo eso es lo que da de sí el recorrido del pasillo de mi casa en un paseo interminable que acaba en una habitación con vistas a la vetada libertad del Mar Mediterráneo, que permanece solitario en su incansable ir y venir sobre la arena de una playa desierta.

Esos pueblos que recorro por el corredor de mi piso, bautizado desde que empezó el confinamiento con el nombre cinematográfico de Avenida de la Historia Interminable, son lugares de parada mental obligatoria para el viajero con espíritu crítico y ansias de saber. Cuando paso por delante del despacho empiezo a creer aquello de que no tengo ideología, que lo que tengo es biblioteca, y muy nutrida, pero seguramente no es verdad, porque sigo creyendo en lo mismo en lo que he creído siempre para, a veces, llegar a la nihilista conclusión de que no me creo nada. No sé…

Me muevo mucho entre la plaza mayor de Cabreo, una localidad muy poblada últimamente, pero que no me resulta muy acogedora. Veo por allí mucha alma en pena irritada por el comportamiento y las palabras de algunos políticos, muchos, del panorama nacional. No me suelo acomodar en la barra de su bar . Me gusta más el casino de Civismo, mejor ambiente, dónde va a parar, y me dejo caer muy a menudo por un local con mesas de piedra de mármol y cafetera antigua, de presión, que está en la calle principal de Empatía. Tertulias de las de toda la vida, donde recalan amigos escritores, filósofos, sabios, pensadores, un médico que siempre viene bien, y muchas gentes de corazón noble y mente bien pensante. Aunque se me vienen abajo, o arriba que no sé qué es peor, con una cierta facilidad.

Pero da igual, al final todos acabamos en la cafetería del tanatorio de Dolor. El café está frío y la leche muy, muy mala, pero tiene la televisión encendida con ese serial de una historia interminable de mucha gente que habla de lo mismo , sabiendo o sin saber, en un viaje a ninguna parte.

Imagen de la playa de la Patacona (Valencia) desierta por el coronavirus ROBER SOLSONA

Luego leo la prensa junto al quiosco, que sigue abierto, de Indignación. Mejor no les cuento… y acabo refugiándome en un aparato de radio de esos antiguos, de los bonitos de casa de los abuelos, que tienen a todo volumen en la cantina del ayuntamiento de Empatía. Me encantaría poder pasar por el parque acuático que hay a mitad de camino entre Comprensión y Aceptación, pero es que está lleno de toboganes y, no sé yo, como que se me revuelve el estómago al remover todo lo que estoy tragándome en todos estos pueblecitos, tan nuestros, que recorro.

Anoche encontré, en Concordia, a dos amigos que le acaban de dar una lección a todos los parroquianos de los grandes locales y mentideros políticos de la capital. Ximo e Isabel, President Puig y Jefa de la Oposición Bonig, amigos a los que aprecio y hoy me gustaría poder dar un abrazo, demostraban mucho respeto por sus conciudadanos mostrándose el respeto y la comprensión que se tienen y que estos días merecen. Ese es el camino. Gracias a ambos por estar a la altura de las circunstancias.

Tomen nota los «grandes padres de la patria» y déjense caer por estos bares La Concordia, este pueblo donde el café se sirve caliente, la leche es buena, y la gente se mira a la cara con la verdad untada en las tostadas mientras contempla el devenir del Mar Mediterráneo.

Luego, si quieren, hablamos de política. O mejor lo dejamos para el día en que acabe todo esto. Me voy corriendo a la cocina, que se me queman los calamares guisados y, gomazo va gomazo viene, no quiero tragar más goma que los prefiero tiernos.

Cuídense y mantengan vivo el pensamiento crítico pese al letargo insomne del confinamiento.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación