Ferran Garrido - Una pica en Flandes

El arte como provocación

«Hay que tener mucho estilo y mucha clase para provocar bien y con ganas»

Imagen de la figura de la controversia en ARCO EFE

“Provocar” es una bonita palabra. Así, como infinitivo, en seco y sin anestesia, me encanta. El arte, como medio de expresión siempre ha sido provocador, provocativo, transgresor. A fuerza de ser “diferente”, creo profundamente que la expresión artística, en cualquiera de sus manifestaciones, ha de remover conciencias y despertar sentimientos. Gracias a eso ha avanzado la humanidad a lo largo de la historia , no se crean…

Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua provocar es un verbo que procede del vocablo latino “provocare”. “Se trata de la acción que consiste en fomentar o promover algo en alguien”. Por ejemplo: “No estoy dispuesto a provocar otro enojo en mis padres: mejor voy ya mismo a la escuela”, “Si tocas ese líquido con la mano, la sustancia te va a provocar quemaduras en la piel”, “Lo siento, no era mi intención provocar a nadie con mis palabras”.

“Provocar” puede venir de la mano de valentía. Hay que ser valiente para provocar. Provocar también viene junto con habilidad. Hay que ser hábil para ser provocador. Incluso, si me apuran, la provocación a veces llega de la mano de la prudencia , la discreción, o de la rudeza y el escándalo o, al contrario, de la suavidad, la sutileza y la clase. Del estilo. Hay que tener mucho estilo y mucha clase para provocar bien y con ganas. A ser posible, inquietar al espectador o al lector, remover sus entrañas tanto físicas como intelectuales, pero sin removerle el vientre. En definitiva, el arte es provocación. Pero yo nunca pondría una obra de arte en el excusado de mi casa, aunque sé que muchos de ustedes me leen en sus ratitos de “recogimiento”. Pero les doy mi palabra de que mi intención no es la de provocar sus involuntarios movimientos de colon con mis escritos y sé que mis artículos no son una obra de arte, precisamente.

Hasta ahí, me apunto a la provocación. En realidad llevo haciéndolo toda la vida. Lo del “recogimiento” por causas naturales evidentes, y lo de la provocación por principios intelectuales. Y mola. No se lo voy a negar. Mola poner la Pica en Flandes cuándo y dónde más pica.

Imagen de la figura de la controversia en ARCO EFE

Pero, siempre hay un pero, esta semana me he dado cuenta de que hay una provocación que no me gusta. Me inquieta y me remueve los recuerdos de la definición de “provocar”. Se trata de la “provocación oportunista”. Facilona, simplona, zafia y, además, barata . Tal vez ahí habría que pensar en no hacerlo para evitar el “enojo” de mi madre, que ya es mayor, o no tocar esos líquidos que “provocan quemaduras”. Además, no tengo ninguna fe en que el provocador oportunista “pida disculpas por ausencia de intención de provocar”.

De lo otro de lo que me he dado cuenta es de que me he cansado de lo “políticamente incorrecto”. Y es un problema, porque ya hace años que me cansé de lo “políticamente correcto”. Así que me debato en la zozobra de los sentimientos encontrados.

A ver, permitan que me levante del retrete en el que me he recluido estos días, en concreto desde la inauguración de ARCO . Bueno, se me fueron un poco las vísceras un par de días antes de que abriera sus puertas la Feria de Arte Contemporáneo de Madrid, y vi un “ninot” que por respeto a la figura que representa, y a las fechas falleras en las que estamos, no debería a mi juicio, estar allí. Lo digo por provocar. Provocación por provocación. De buen rollito, eso sí, porque sus autores han sido grandes provocadores por separado y, ahora, en comunión creativa, lo son aún más.

A mí han conseguido provocarme y, si a ellos les ha dado por hacer chanza con el Rey de España, a mí me ha dado por molestarme por lo que me parece una falta de respeto innecesaria y oportunista al Jefe del Estado . Eso sí, “muy acertaditos” han estado en la exigencia de que el comprador lo queme. Muy fallero. Aunque para eso permítanme que piense que ya estamos los falleros que, sin oportunismo de ningún tipo, llevamos quemando ninots de todos y de todo durante muchos años.

Bueno, les dejo. Me voy a ver algún que otr o catálogo de los autores del susodicho “ninot” mientras me vuelvo a sentar en el trono del retrete de mi casa y pienso en ellos y medito sobre el contenido de su obra. Es que se me han removido otra vez “las entrañas”.

Debe ser cosa de la provocación que ha fomentado y promovido mi tránsito intestinal. Ya saben, voy a provocar bien y con ganas.

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