El secuestro de la Meridiana

El independentismo corta esta avenida cada noche desde hace cien dias ante la pasividad de Mossos y Guardia Urbana

Manifestantes independentistas en el día 100 de los cortes PEP DALMAU

Miquel Vera

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Cada noche un grupo de entre 75 y 100 activistas independentistas, principalmente jubilados, se congrega en los márgenes de la avenida Meridiana de Barcelona y corta el tráfico durante dos horas. Puntuales a las ocho de la tarde los concentrados aprovechan que el semáforo se pone en verde, cruzan el paso de cebra y se plantan en la calzada. «Llibertat presos polítics», exclaman los manifestantes de Meridiana Resisteix (Meridiana Resiste) con más costumbre que entusiasmo mientras bloquean la circulación de los ocho carriles de una amplia calle que hace a las veces de salida y entrada norte de la capital catalana. Lo hacen cada día ante la mirada pasiva de la Guardia Urbana , que se limita a desviar el tráfico para que los conductores no se encaren con la protesta y puedan salir de la urbe por otras calles cercanas. Hoy cumplen 100 días.

Algunos manifestantes acuden al lugar con sillas y mesas plegables de «cámping», mientras, otros instalan un altavoz para discursos que poco a poco ha derivado en una suerte concurso de karaoke diario en el que canciones de Sinatra se abren paso entre himnos de cantautores como Lluís Llach . El pasado jueves algunas mujeres también organizaron un concurso de tortillas en el que unas pequeñas tortillas «españolas» de patata empataron con una gran tortilla coronada por una estelada de pepinillos. Todo sirve para combatir la sensación de rutina que se respira en el lugar. No en vano, tras tres meses de cortes, el cansancio empieza a ser visible.

«Todo sirve para combatir la sensación de rutina que se respira en el lugar»

«Los irreductibles de La Meridiana» , los bautizó hace semanas un diario local cuando esta acción dejó de ser una muestra «excepcional» de rechazo ciudadano a las condenas del Supremo para ser una tradición más, otra actividad con la que los resistentes activistas soberanistas cumplen con la «movilización permanente» que reclama el gobierno de Quim Torra. En el citado reportaje se comparaba a los manifestantes con los galos de la aldea de Astérix y Obélix que resistían impertérritos el «acecho» de los romanos. En este caso, los «meridianos», como les gusta llamarse, alzan sus esteladas -y alguna bandera comunista- en medio de una zona con una prolongada tradición socialista y en la que en las últimas elecciones catalanas (2017) ganó Ciudadanos.

Choque con los vecinos

Es evidente que no todos los vecinos comparten los métodos y la finalidad de la acción que se repite noche sí, noche también -incluso durante la Navidad- y que ya se replica en otros puntos de Barcelona y Gerona. «¡Por aquí solo pasan obreros y trabajadores!» , les espetó a gritos un vecino harto de la performance independentista el pasado jueves. Rápidamente los concentrados rodearon al señor, le reprochaban su falta de compromiso con la causa y le hicieron marchar al grito de «fuera fascistas de nuestros barrios». Más allá de ese ilustrativo choque, los rifirrafes con la autoridad o los conductores son cada vez más raros. La acción es tolerada por las autoridades y la Assemblea Nacional Catalana avisa puntualmente de la movilización, que cuenta con permiso para cortar la avenida cada día de 20 a 23 horas. Sin embargo, cada noche a las diez los meridianos recogen sus sillas y pancartas sin alargar más de lo necesario su protesta, exclaman por última vez sus consignas (que se acuerdan también personajes colaterales del procés, como los «jóvenes del Alsasua» y el activista Julian Assange) y se van de vuelta a casa. «Mañana más».

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