Daniel Tercero - Dazibao

Los que salieron a la calle el 8 de octubre

«Por suerte, todavía hay personas honestas. Una cuestión que no va de colores ni de opciones políticas personales»

_El candidato del PP Joan López Alegre ABC

Daniel Tercero

Hay una mayoría silenciosa en Cataluña que no está a favor de la secesión. Una mayoría que no es tan mayoría, según demuestran las elecciones, ni es tan silenciosa, según se pudo comprobar el 8 de octubre de 2017, cuando miles de ciudadanos salieron a la calle para, ¡algo insólito!, defender el statu quo político y legal en la región. Sin embargo, el nacionalismo catalán, sabiendo de su debilidad y la del Gobierno de España, que es a la vez la propia de la Generalitat independentista -el empate infinito es algo más que una posibilidad-, inició un viaje con más de la mitad de la tripulación en contra de la ruta marcada y descrita en el cuaderno de bitácora. Se excitó a la población, se tensionó la convivencia y quedó en evidencia que no es más que otro falso mantra aquello que se dice (también por el PSC y los comunes) de que «Cataluña es un solo pueblo». Para saber cómo hemos llegado hasta aquí hacen falta análisis pausados y extensos, analíticos y realistas. Se necesitará tiempo. Años.

Del periodo que ocupa los últimos tres lustros, aproximadamente, sí tenemos obra escrita. Los libros de Joan Coscubiela y Antoni Bayona tienen un punto en común: han sido protagonistas de los acontecimientos (sobre todo los vividos en 2017), han sido parte y, también, responsables (dentro de los límites de acción que tuvieron) de lo que ha pasado en Cataluña desde el punto de vista político. Pusieron el pie en la pared cuando el nacionalismo ya se había transformado en un furibundo secesionismo sin vuelta atrás. Hay otras páginas firmadas por actores del mismo espacio ideológico -cada uno en el suyo- pero ningunas tan sinceras y acertadas como esas. Otra persona que vivió en primera fila el tumultuoso año 2017 fue Enric Millo. El que fuera delegado del Gobierno en Cataluña estaría preparando un par de libros. Uno, en concreto, en un formato memorialístico. Esta obra, en principio, equilibrará una balanza ideológica que, ahora mismo, bascula sobresalientemente hacia las opciones nacionalistas, moderadas o no.

Al margen de los que desempeñaron un papel determinante en el ámbito político, también periodistas, filósofos, escritores y articulistas se han atrevido a explicar lo que culminó en Cataluña hace un año y medio (que todos vimos con nuestros ojos) e, incluso, algunos -arropados, generalmente, por un coro de aduladores, que flaco favor les hacen- a dar lecciones de lo que se debería hacer a partir de ahora. Estos últimos son los solucionistas. «Espera que yo tengo la solución». Curiosamente, muchos han estado pontificando previamente durante años. Han estado en todas las salsas. Y, ahora, claro, todos indigestos.

Por suerte, todavía hay personas honestas. Una cuestión que no va de colores ni de opciones políticas personales. Una de estas personas es Sergio Fidalgo, sin duda; otra, Joan López Alegre . Este acaba de publicar La mayoría silenciosa (Deusto), un libro en cuyo subtítulo está recogida, directamente, la intención del autor: Cómo los catalanes no independentistas tomaron las calles y derrotaron el golpe. López Alegre dedica el libro a «todos aquellos que acudieron a la manifestación del 8 de octubre de 2017 en Barcelona, y especialmente a los que por miedo a ser señalados por sus vecinos, amigos o jefes se quedaron en casa pero su corazón estaba allí».

Desde hace un tiempo a López Alegre se le conoce con el sobrenombre del «català tranquil», un añadido que se popularizó gracias al blog en internet Dolça Catalunya y cuyo fundamento justificativo está basado en las respuestas (en catalán y sin subir el tono de voz) que López Alegre solía dar a los tertulianos nacionalistas con los que compartía espacios de radio y de televisión. Nadie como Pilar Rahola sabe bien que este alias se ajusta como anillo al dedo. Un apodo del que el autor de La mayoría silenciosa se siente muy orgulloso y por el que es reconocido, incluso, por la calle. A modo de ejemplo: en un vuelo Bruselas-Barcelona (que López Alegre hacía casi cada semana, pues su empresa de comunicación asesoraba a varios eurodiputados), el protagonista acabó respondiendo preguntas de lo más variopintas (desde las más rutinarias sobre la actualidad hasta las más punzantes sobre los entresijos de los medios de comunicación) a varios estudiantes de una universidad que le reconocieron nada más subir al avión.

Las 235 páginas del libro sobre los catalanes que salieron aquel 8 de octubre de 2017 por las calles de Barcelona para decir (siete días después de la celebración de un referéndum de independencia ilegal y solo dos antes de la primera declaración de secesión unilateral, la de los ocho segundos) que ellos no estaban dispuestos a perder su identidad ni sus derechos como ciudadanos españoles son un resumen de la cara oculta del procés. Todo lo que los medios de comunicación de la Generalitat han escondido durante años y que ha ido articulando una respuesta (probablemente única en toda España) de la españolidad en sus diversos grados y puntos de vista.

Así, entre otros ejemplos, López Alegre recuerda la utilización que el nacionalismo catalán hizo de los Juegos Olímpicos de 1992 , el avance para el independentismo que supuso el pacto del Majestic, las mentiras que se contaron del Estatuto de Autonomía de 2006, lo que fue para el imaginario colectivo desde la eliminación del toro de Osborne hasta la prohibición de las corridas de toros, el activismo no independentista surgido en internet, las primeras movilizaciones de los 12 de octubre, el nacimiento de asociaciones de la sociedad civil catalana, la participación del PSC en la manifestación del 8 de octubre (cuyo éxito dio pie a que Miquel Icet a acudiese a la marcha del 29 de octubre, solo dos días después del 155) y el discurso del Rey el 3 de octubre, todo un baño de realidad para los secesionistas. Sin reconocer lo que López Alegre recoge en su «homenaje a todos los catalanes que nos sentimos españoles» no hay historia completa de los años que vivimos peligrosamente.

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