Núria Marín, «la alcaldesa» del PSC

«Marín responde al arquetipo de ‘animal político’ forjado en las juventudes y en la factoría municipal de los socialistas de Iceta»

Marín, Calvo e Iceta, en una imagen de archivo ABC

Miquel Vera

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En otros tiempos la alcaldesa de L’Hospitalet, Núria Marín , podría haber aspirado seriamente a la presidencia de la Generalitat. Siguiendo los pasos de insignes socialistas catalanes como Carme Chacón o José Montilla (exediles de Esplugues y Cornellà, ambos feudos del ‘cinturón rojo’ del PSC) también podría haber fantaseado con una butaca al lado de Pedro Sánchez en el Consejo de Ministros. No obstante, la decisión de la policía de citarla como investigada en un caso de presunto desvío de subvenciones en el Ayuntamiento de su ciudad nublan las aspiraciones de una mujer que en los últimos años ha amasado una notable influencia en Cataluña, especialmente tras ser elegida presidenta de la poderosa Diputación de Barcelona gracias a los votos de Junts.

Núria Marín Martínez (L’Hospitalet de Llobregat, 1963) está al frente de la segunda ciudad de Cataluña desde 2008. Además, puede presumir de contar con una de las mayorías más holgadas y estables del área metropolitana de Barcelona, atesorando 14 de sus 27 concejales. Asimismo, ‘la alcaldesa del PSC’, como la definió recientemente el ministro Salvador Illa , tiene enfrente una oposición cambiante y fragmentada, que ha sido liderada por Esquerra, Ciudadanos y el PP a lo largo de sus últimos mandatos. El poder de Marín, y su capacidad de acaudillar el voto de sus vecinos, se hizo especialmente patente en los comicios municipales celebrados en mayo de 2019 coincidiendo con las elecciones al Parlamento Europeo. En esa ocasión, la dirigente socialista logró que 5.900 ciudadanos que se decantaron por otras opciones en la urna de las europeas optaran por su papeleta a la hora de votar para la alcaldía. Pocos dirigentes del PSC tienen hoy esta capacidad de atracción.

En política desde 1995

Marín responde al arquetipo de ‘animal político’ forjado en las juventudes y en la factoría municipal del PSC , partido que, en sus mejores momentos, logró concentrar las alcaldías de las cuatro capitales de provincia de Cataluña, así como la presidencia de la Generalitat y de varias diputaciones. Como Miquel Iceta , la alcaldesa ha desarrollado una carrera larga de forma casi íntegra en los entresijos de la vida política.

Con estudios en ciencias empresariales, entró a trabajar como funcionaria en el Ayuntamiento de L’Hospitalet en el año 1985. Desde el año 1995 es regidora y ya en su primera etapa en el consistorio logró hacerse con el control del área de Hacienda. Su meteórica carrera en el equipo del alcalde Celestino Corbacho -exministro de Zapatero y hoy cercano a Ciudadanos- siguió su curva ascendente en 1999, cuando fue nombrada primera teniente de alcalde con la responsabilidad del Área de Economía y Hacienda. Finalmente, en abril de 2008, Marín obtuvo el bastón de mando y ha sido reelegida en 2011 y 2015 con unos resultados que han asentado su ciudad como una de las plazas más sólidas de un PSC en horas bajas por la polarización del procés, la eclosión de las candidaturas moradas de los ‘comunes’ y el auge municipal de Ciudadanos.

A dos meses del 14-F

Paralelamente a su consolidación como alcaldesa, Marín ha desarrollado una sólida carrera en otras instituciones como la Diputación o la influyente Área Metropolitana de Barcelona. También ha sido miembro de organismos como el Comité de las Regiones de la Unión Europea, entre otros. A pesar de su incesante acumulación de cargos, la alcaldesa no ha acompañado su ascenso con una estrategia ambiciosa para visibilizar su figura y darse a conocer a nivel estatal. Esto beneficiará al PSOE, que ve reducida su exposición ante un nuevo caso de presunta corrupción en uno de sus feudos. Justo lo contrario que ocurre con el PSC, que sí ha tirado de Marín para llenar mítines e insuflar moral a un partido sediento de victorias con el fin de los años dorados de Maragall, Montilla y Chacón , y que ve como un escándalo puede perjudicar de forma grave la inminente campaña catalana del 14-F, en la que los socialistas catalanes tenías depositadas no pocas esperanzas.

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