Els 4 Gats: Las 7 vidas (o más) del Modernismo

Un libro y una exposición rinden homenaje a la taberna que reunió a los genios del Modernismo. Entre los hallazgos, un inédito de Opisso de Gaudí agonizando en su lecho de muerte

Una de las joyas inéditas que expone la Gotshland: el último retrato de Gaudí agonizante, obra de Ricard Opisso

Sergi Doria

Sitges celebra el 125 aniversario del Cau Ferrat de Santiago Rusiñol y Barcelona revive el sexenio prodigioso de Els Quatre Gats (1897-1903), la taberna que Pere Romeu fundó al estilo de Le Chat Noir de París. Celebración, en este caso, que no remite a aniversario alguno: el Modernismo, antaño tan menospreciado, es hoy en Barcelona una conmemoración perpetua.

Erigida sobre el antiguo monasterio de Montesión, la Casa Martí de Puig i Cadafalch albergaría la taberna que Romeu inaugura el 12 de junio de 1897. Con una visión publicitaria avant la lettre, Rusiñol la promociona en un opúsculo de letra gótica que ilustra Ramon Casas . Els IV Gats -con números romanos- se dirige «a las personas de buen gusto; a los ciudadanos de verdad; a quienes, además del alimento para su cuerpo, necesitan alimentar el espíritu».

De lo primero -la colación terrenal- no se puede decir gran cosa, pues la oferta culinaria peca de escasa y mediocre; el «Cu-Cut! » satiriza al quijotesco Romeu librándose de sus cuatro gatos: «Ya que no puedo mantenerlos, los llevo a la Catedral, porque allí nadie los inquieta y no se mueren de hambre», reza el pie de la viñeta.

Lo segundo -el alimento espiritual- convertirá a Els Quatre Gats en feudo del arte moderno. El 3 de diciembre de 1900 , Picasso -algún diario de la época habla de Ruiz Picazzo- organiza su primera exposición y Casas dibuja al carbón a Romeu para el cartel promocional y el anuncio del espectáculo de marionetas y sombras chinescas.

Como explica Jordi Notó en «Els 4 Gats» (Viena-Ayuntamiento de Barcelona), Romeu y Utrillo importaron esos espectáculos de aquel Chat Noir donde sonaba el piano de Eric Satie: «Tanto marionetas como sombras chinescas servían para dos tipos de espectáculos, dirigidos a dos públicos diferentes: el infantil y el adulto… Independientemente de la técnica y del público también parece que era frecuente escuchar la versión musical de la tonada popular ‘Tururut’, interpretada por Albéniz o Granados e, incluso por ambos a cuatro manos». Más música. En Els Quatre Gats nació la Asociación Wagneriana de Barcelona y el guitarrista Tárrega presentó su Serenata Española.

Si añadimos la carta del menú que dibujó Picasso , a cambio de comer gratis -un bono de 30 comidas salía por 60 pesetas- queda patente la excelsa dimensión de los «alimentos espirituales» -que no los terrenales- de Els Quatre Gats.

En la taberna de los prodigios culmina el giro hacia la modernidad cultural ; el tránsito del siglo XIX al XX. Así -«Barcelona y Els Quatre Gats, un giro hacia la modernidad»- bautiza la galería Gothsland su espectacular antológica. Ciento veinte obras -entre cartelismo, dibujos, pinturas, esculturas y mobiliario- de un centenar de artistas: Ramon Casas Santiago Rusiñol, Joan Cardona, Pablo Gargallo, Xavier Gosé, Lluís Graner, Adrià Gual, Manolo Hugué, Joan y Josep Llimona, Eliseu Meifrèn, Ricard Opisso, Joaquín Sorolla, Pau Roig…

Porque Els IV Gats fue mucho más allá que el tándem de Casas y Romeu que preside el local (en el original la rueda posterior no estaba cortada).

La muestra de Gothsland depara joyas inéditas : el último retrato de Gaudí agonizante tras ser atropellado por un tranvía en 1926. Lo dibujó Ricard Opisso en el Hospital de la Santa Cruz. De Opisso es también otro dibujo inédito del artista Carles Casagemas datado en 1899. Y de Ramon Casas el retrato al carbón de 1897 de Vicente Bosch i Grau, factótum del Anís del Mono. Y de Rusiñol el óleo sobre tela valorado en medio millón de euros que muestra a Enric Clarasó en su taller con una vista interior del primer Cau Ferrat.

Gabriel Pinós ha alternado las imágenes bohemias con las burguesas en los doscientos metros cuadrados de exposición. El director de la Gothsland elogia a la generación que marcó el rumbo de la vanguardia cultural , en el París de Le Chat Noir y la Barcelona de Els Quatre Gats: «Estuvieron por encima de los academicismos y las decisiones políticas que comportaron un desastre social, cívico y nacional», apunta.

Cuando la taberna cerró en julio de 1903 y fue ocupada por el Círculo Artístico de Sant Lluc , siguió acogiendo a personalidades como Gaspar Homar, Eugeni d’Ors -el relevo noucentista- y un Joan Miró niño: en 1978, el pintor contribuyó con su obra a la recuperación del local.

Confiscado en el 36 y convertido en ateneo del PSUC ; recuperado como IV Gatos en la posguerra con espectáculos de polichinelas, ilusionistas, ventrílocuos y payasos; almacén textil de Confecciones Albert desde los años cincuenta y reabierto en 1978 por Pere Notó, Els Quatre Gats congregó la pintura, el teatro, la música clásica y el jazz, la poesía, las tertulias, la magia…

Entre los «gatos ilustres» del renacido local, Notó destaca a Joan Miró, el notario Raimon Noguera, Josep Lluís Sert, Víctor Mora, Montserrat Roig, Josep Palau I Fabre, Cesc, Sempronio… Y es que los gatos tienen siete vidas… O más.

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