Jaume Collboni - TRIBUNA ABIERTA

Vivienda social y dignidad

Cuando las políticas no se ordenan adecuadamente la sociedad genera mecanismos perversos que explotan las rentas que genera la pobreza

Las modernas ciudades atraen emigraciones diversas, modifican sus entornos laborales y generan nuevas opciones económicas. Pero todo ello, lejos de ser la imagen de un mundo feliz crea contradicciones. Hay desplazados sin recursos, familias sin trabajo, desarraigo y miseria. En situaciones tan dinámicas como las que vive una moderna ciudad todos estos elementos pueden enquistarse y convertirse en un modelo económico, incluso la pobreza.

Solo es posible gestionarlo de manera eficiente separando el grano de la paja, anticipándose a los problemas, diagnosticando las tendencias y elaborando los programes correctivos y compensatorios necesarios.

La base de una comunidad digna se fundamenta en el principio de la vivienda y del trabajo, lo que supone elaborar políticas sociales que prioricen ambos objetivos. Para resolver el problema de la vivienda hace falta disponer de suelo público, construir con celeridad bajo el principio de la protección oficial, priorizar el alquiler por encima de la compra e incrementar la dimensión territorial de la ciudad para evitar la tendencia a la gentrificación. Para solucionar el problema del trabajo hace falta promover los programas públicos de formación ocupacional, fomentar la contratación incentivada y asegurar una renta mínima familiar asociada al esfuerzo objetivo de cada persona para participar en los programas de inserción laboral públicos.

Cuando las políticas no se ordenan adecuadamente la sociedad genera mecanismos perversos que explotan las rentas que genera la pobreza. Es un doble problema ante el cual no podemos rendirnos. De ahí surgen las mafias de los barrios, los narcopisos, el «bullying» inmobiliario y todas estas brutales agresiones a la dignidad humana.

Sabemos que la solución de todo ello a veces choca con inmensas trabas administrativas y burocráticas pensadas para evitar abusos de poder y practicas ilegitimas en la gestión pública. Pero ello no significa que debamos rendirnos ante el esfuerzo ingente que supone solucionar los problemas de la ciudad.

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