Ramon Espadaler - Tribuna abierta

República Catalana S.L.

El President Torra presentó ayer el denominado Consell per la República en un acto oficial en el Palau de la Generalitat. Según ha informado el propio Govern, se trata de un ente de naturaleza privada. Por esta razón, sorprende que lo hayan presentado como si fuese un organismo oficial. Pero, desgraciadamente, este episodio no es una anécdota, sino una expresión más de una tendencia de fondo que, desde hace tiempo, se ha instalado en la política gubernamental catalana. Consiste en despreciar la arquitectura institucional derivada del Estatut de Catalunya para sustituirla progresivamente por una constelación de organismos sin ningún anclaje en el ordenamiento jurídico e institucional vigente. Entes, eso sí, perfectamente alienados con las aspiraciones republicanas del gobierno catalán y de los grupos que le apoyan, pero que prescinden, sin ambages, de la mitad de la cámara catalana que no avala sus tesis independentistas.

Algo parecido ocurre también con el Consell Assessor per a l’impuls del Fòrum Cívic i Social per al Debat Constituent (curiosa denominación), otro organismo de naturaleza difusa que, bajo la presidencia de Lluis Llach, tiene encargada la función de asesorar al gobierno catalán en la ardua tarea de instituir un Fòrum Cívic Constituent. Es, pues, otro ejemplo de cómo el gobierno de la Generalitat da la espalda a la mitad del Parlament de Cataluña que no comparte su visión independentista, impidiendo el control democrático al que cualquier acción gubernamental debe someterse.

¡Qué paradoja más dramática! El gobierno más soberanista, nunca visto, es el que más menosprecia nuestras instituciones de autogobierno –empezando por el Parlament- y el más las empequeñece a base de quitarles competencias por no hablar de la sumisión servil y vergonzosa del president Torra a Carles Puigdemont.

Y, por si fuera poco, a esta actitud tan alejada de la transparencia democráticamente exigible, le podemos añadir un factor que la devalúa aún más: los organismos paragubernamentales, generados al margen del control democrático, tienen naturaleza privada. Segunda paradoja, tanto o más sorprendente que la primera: con la creación de estos organismos, el gobierno Torra está privatizando de facto la construcción de la denominada República catalana. Asistimos, por consiguiente, a una especie de República, Sociedad Limitada, que, por motivos que cuesta poco intuir, no satisface ni a sus (ex) socios de la Cup-Crida Constituent. Que bien iríamos si toda esta energía creativa la dedicaran al gobierno del día a día de nuestro país.

Ramon Espadaler Parcerisas , secretario general de Units per Avançar

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