Palabra de reo desde las celdas de Montjuïc

Salen a la luz los grafitis que los presos dejaron en el castillo desde el siglo XIX

Una de las paredes de las celdas del castillo Ep
David Morán

Esta funcionalidad es sólo para registrados

En algún momento de 1938, Francisco Arias se vio preso en uno de los calabozos del castillo de Montjuïc y no dudó en dejar constancia de su inocencia garabateando en una de las paredes que había sido «detenido indecentemente». Sus compañeros de celda, sin embargo, no debían pensar lo mismo, ya que también utilizaron los mismos muros para tachar al tal Arias de «bocazas» y «espía». Un cruce de reproches que ha salido ahora a la luz gracias a la última reforma del castillo de Monjtuïc y a un proceso arqueológico que ha permitido identificar cientos de grafitis realizados por sindicalistas, quintacolumnistas, delincuentes comunes y represaliados por el franquismo.

Sólo en una celda, la número 3, se han documentado más de 530 imágenes y escritos que abarcan desde calendarios a retratos pasando por dibujos eróticos, símbolos políticos y operaciones matemáticas. Un batiburrillo temático e ideológico en el que esvástica comparte espacio con la hoz y el martillo y en el que retratos de Hitler y Mussolini aparecen junto a dibujos de Mickey Mouse y Popeye, loas a la F.A.I y a la Falange, y frases en alemán, ruso, inglés o sánscrito. También se pueden leer fragmentos de fábulas; la primera estrofa de «Edipo Rey», de Sófocles; un buen puñado de líneas de «Dos paletos en Madrid», de Muñoz Seca; o un demoledor inventario de rutinas. «A las 7: Diana. A las 10.30, 15.30, 19.30: Lavabo. A las 11.30 y 16.30: agua. A las 13.00: Rancho. A las 22.00: Silencio», escribe uno de los presos.

Intervención en una de las paredes ABC

«En un mismo espacio convivía gente de diferentes bandos. Estar aquí encerrados les igualaba, así no iban a dedicarse a borrar los unos a los otros», destaca Oriol Achon, uno de los arqueólogos que ha seguido el rastro de borrones y frases sueltas para acotar los grafitis a tres periodos concretos: el último tercio de siglo XIX, los primeros treinta años el siglo XX y los alrededores de la Guerra Civil, entre 1935 y 1940. A partir de entonces, explica Achon, los calabozos dejaron de funcionar como centro de reclusión indiscriminado (aunque aún se utilizó para recluir a algunos de los detenidos en la huelga de tranvías de 1951) y los grafitis empezaron a escasear y desaparecer.

Los que quedan, sin embargo, podrán visitarse a partir del 15 de marzo como parte de una nueva fase de mejoras en la fortaleza que, además de incluir las celdas en los recorridos guiados, incorpora mejoras en los accesos y una reordenación del baluarte de Sant Carles. «No se trata de conservar unos detalles pintorescos, sino de utilizarlos para explicar todas las etapas del castillo», subraya Carles Vicente, director de Memoria Histórica del Institut de Cultura de Barcelona.

Un castillo para la ciudad

Para el comisionado de Memoria del Ayuntamiento de Barcelona, Ricard Vinyes, el objetivo es seguir abriendo a la ciudad un «patrimonio emblemático» y romper la dinámica actual, en la que el 85% de los 736.00 personas que pasaron el año pasado por el castillo, son turistas.

El baluarte de Sant Carles, con su nueva ordenación ABC

Es por eso que desde 2013 se han invertido más de 12 millones de euros en acondicionar el recinto, mejorar los accesos, instalar dos ascensores para acceder al baluarte de Sant Carles y el patio de armas y conectar los tres niveles internos del castillo. Con una inversión pendiente de 1,6 millones de euros y que servirá, entre otras cosas, para mejorar la seguridad, la climatización y la señalética del castillo, el Ayuntamiento espera cerrar esta fase de reforma del castillo a principios del 2019.

Hasta entonces, algunas de las intervenciones más destacadas son la apertura de un espacio de acogida que sustituye a la caseta exterior en la que se vendían las entradas y que conecta los tres niveles del castillo; y la intervención en el baluarte de Sant Carles, donde se han retirado las estructuras que rodeaban los cañones Vickers instalados en 1938 para «poner en valor el edificio del siglo XVIII».

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación