Miquel Porta Perales - El oasis catalán

Grano

¿Quién no conoce alguna persona a la cual el «proceso» le haya ocasionado un estado de ansiedad que acaba transformándose en alergia por culpa de la exposición excesiva a ciertas fuentes contaminantes?

Después de siete años dando la vara, resulta obvio que el “proceso” es lo más parecido a ciertas afecciones de la piel. La analogía –la transferencia de significado, diría Aristóteles- como aproximación a la realidad. Para empezar, el fenómeno en sí. El “proceso”, como el grano, es un problema recurrente que afecta a la epidermis o la dermis de quien lo padece. Para unos, simple erupción cutánea que suele desaparecer con el paso del tiempo. Para otros, lesión de mayor o menor profundidad que deja sus huellas. La etiología: ansiedad, alergia, contactos con dermoirritantes o intoxicación. ¿Quién no conoce alguna persona a la cual el “proceso” le haya ocasionado un estado de ansiedad que acaba transformándose en alergia por culpa de la exposición excesiva a ciertas fuentes contaminantes? Hablo de la propia idea de “proceso”, de la cantinela de la autodeterminación, de la gaita de los “presos políticos y exiliados” y la “represión del Estado”, o de la lata de “lo volveremos a hacer” ¿Acaso el origen de todo no está en algún contacto personal contaminante o alguna intoxicación transmitida por los medios de comunicación afines a la cosa? Al respecto, los dermatólogos señalan que las reacciones cutáneas también se deben a la tristeza, el miedo y la ira. Sorprendentemente –según indican algunos estudios consultados-, la dermatosis suele aparecer en el 85 por ciento de la población. Quizá este dato tiene que ver con el 80 por ciento de ciudadanos de Cataluña que, según repite el independentismo, desea la convocatoria de un referéndum de autodeterminación.

Dermatólogos y herboristas recomiendan mascarillas astringentes de pepino, limón, naranja, apio, té verde o aceite de geranio para aliviar los efectos del grano. Las mascarillas secan el abultamiento –purulento o no- y disminuyen la producción de las glándulas sebáceas que generan granos. Y contienen bactericidas naturales y regeneran la piel. Más difícil será paliar los efectos del insidioso, perjudicial y antiestético “proceso”.

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