Miquel Porta Perales - El oasis catalán

Diálogo

¿Cómo dialogar con quien habla –Joaquim Torra otra vez– de la «represión política» del Estado y la «persecución ideológica» de la que es víctima el Govern de la Generalitat?

De nuevo, el diálogo. Pero, ¿qué hay que dialogar con el Joaquim Torra del «aprieten, aprieten» que invita a la desobediencia de la sentencia del Tribunal Supremo y revindica la celebración de otro referéndum ilegal? ¿Cómo dialogar con quien habla –Joaquim Torra otra vez– de la «represión política» del Estado y la «persecución ideológica» de la que es víctima el Govern de la Generalitat? Y hay más si tenemos en cuenta que Joaquim Torra –el que escribe cartas y llama por teléfono– se supera a sí mismo cuando afirma que el «gobierno democrático y legítimo» de Cataluña está «en prisión y en el exilio por haber defendido derechos y libertades». Y, ¿qué exige? Pues, «el respeto escrupuloso de los derechos humanos, civiles y sociales, incluido el derecho de autodeterminación. A ver, ¿qué derecho humano no se respeta en Cataluña? ¿Qué derecho civil y social no se respeta en Cataluña? Y por lo que hace al derecho de autodeterminación, ninguna de las resoluciones y declaraciones de la ONU al respecto (1960, 1966, 1970 y 1995) otorgan a Cataluña el estatuto de sujeto de tal derecho. O lo que es lo mismo: no se puede aceptar el «diálogo sin condiciones» que exige Joaquim Torra. El diálogo sí tiene una condición: ha de efectuarse dentro del marco constitucional.

Así las cosas, no hay ninguna razón para contestar las cartas de Joaquim Torra o responder –una auténtica trampa saducea– a sus reiteradas llamadas telefónicas. Lo contario equivaldría a morder el anzuelo de un personaje que busca el «no» del Estado para victimizarse, congraciarse con la CUP, reivindicarse frente a ERC, tensionar el ambiente, torpedear un posible tripartito ERC/PSC/Comunes y alargar su propia agonía al frente del Govern. Joaquim Torra quiere salir de la política por la puerta grande. ¿Hay algún honor mayor para un independentista que despedirse del ruedo con un «no» del Estado y una resolución judicial en el bolsillo que lo inhabilita por desobediencia al Estado? Ahí tienen ustedes el sueño húmedo de Joaquim Torra.

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