El ala más radical de los CDR amenaza con «acción directa»

Anuncian su vuelta a las calles de Cataluña entre críticas a los partidos secesionistas

Manifestación en conmemoración del referéndum de octubre de 2017 PEP DALMAU

En septiembre de 2019 el independentismo catalán se citó en Suiza en su enésima cumbre para tender puentes y recuperar la unidad interna entre sus distintas facciones. De ese encuentro surgió una iniciativa de éxito fulgurante: Tsunami Democràtic, entidad anónima que impulsó las protestas en la calle tras conocerse las penas del Tribunal Supremo a los líderes del 1-O hasta que los CDR tomaron el relevo y acabaron incendiando el centro de Barcelona durante días. Dos años después, quienes se sumaron a esa organización –que congregó en pocos días a decenas de miles de miembros– empiezan a andar solos ofreciendo una respuesta radical y directa al colapso estratégico de las formaciones secesionistas tradicionales, que abandonaron su Tsunami al ver que se les podía ir de las manos.

Desamparados por los partidos y las formaciones hegemónicas, quienes se movilizaron en 2019 en la ocupación del Aeropuerto del Prat o el corte de la frontera hispanofrancesa en la Junquera –hay procesados por ello– prometen ahora volver a las calles desligados de la tutela de los partidos y entidades ( Junts, ERC, la CUP, la ANC y Òmnium ) que diseñaron y promocionaron Tsunami originalmente. «Tsunami despertó la conciencia de miles de personas, y aún están, son nuestro capital», explicaba recientemente al diario ‘Ara’ un portavoz anónimo de este grupo de radicales que aboga por «controlar el territorio» con presencia constante en las calles y «acción directa».

Según relata el citado medio, los ‘últimos’ del Tsunami se constituyeron formalmente en febrero en un encuentro en Perpiñán (Francia). En esa cita clandestina se reunieron medio centenar de asistentes, muchos ligados a los autodenominados Comités de Defensa de la República (CDR) . En esta ocasión, la cita no contó con los partidos ni entidades que crearon originalmente Tsunami, inmersos actualmente en las negociaciones para elegir al próximo presidente catalán.

La meta de este reciclado grupo de Tsunami es calentar las calles con protestas y llegar a forzar el « levantamiento » de la efímera declaración unilateral de independencia (DUI) aprobada por el Parlament tras el referéndum del 1-O. Estos ambiciosos planes no conectan con la hoja de ruta de ninguno de los partidos soberanistas en el Parlament (ERC apuesta por la ‘mesa de diálogo’ con el Gobierno, Junts ha matizado su apuesta por la unilateralidad y la CUP reclama un nuevo referéndum) pero sí pueden lograr el apoyo de las bases más enardecidas del movimiento, que en los últimos años han aprovechado distintas excusas (sentencia del 1-O, visitas del Rey a Cataluña o el encarcelamiento del rapero Hasel) para marcar el ritmo e incendiar las calles.

Más allá de las ensoñaciones de este grupo indeterminado de miembros y exdirigentes de Tsunami , por el momento sus únicas acciones han sido la colocación de varias pancartas abogando por la desobediencia, la retirada y quema nocturna de banderas españolas colocadas en edificios públicos en algunos puntos de Barcelona y la publicación de un comunicado el pasado 23 de abril en el que anunciaban su puesta en marcha bajo la denominación CDR-Acción Directa.

«Palabras vacías»

«Nacemos entre la desmovilización buscada, el ahogo del Estado español y la palabras tan vacías como vergonzosas de los partidos catalanes», señalaron en un manifiesto fundacional en el que reivindicaban la «acción directa» como «chispa» de la «movilización y la agitación». « No podemos delegar nuestros anhelos ni en verdugos ni en estómagos agradecidos», zanjaba esta organización que promete nuevas acciones a corto plazo. A diferencia de lo que ocurrió en 2019, la aparición de este nuevo grupo, que aspira a tomar el control de lo que queda de Tsunami, no contó con el aplauso de ningún partido u organización soberanista.

La aparición de Tsunami Democràtic en 2019, entidad coordinada de forma anónima a través de una aplicación móvil de acceso restringido, y sus primeras acciones masivas, como la ocupación del aeropuerto de Barcelona, fue respondida con nerviosismo por parte de las autoridades. De hecho, el Gobierno prometió públicamente encontrar sus cabecillas y proceder a su rápida desarticulación. «Tenemos unos servicios de inteligencia y de información realmente eficaces. Terminaremos sabiendo quién está detrás», aseguró en ese momento el ministro de Interior, Fernando Grande Marlaska. Dos años después, no hay nombres sobre la mesa y sigue abierta una investigación por las acciones de la entidad en el juzgado central 6 de la Audiencia Nacional, centrado en identificar a sus responsables. El caso sigue bajo secreto de sumario.

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