La fea Hospitalet

El caos urbano y paisajístico es el mayor fracaso de la democracia española, porque la fiebre constructora desde el fin del franquismo ha llenado nuestro país de adefesios sin remedio. Lo denuncia Andrés Rubio en su libro “España fea” (Debate), donde revela la estrategia urdida por políticos y promotores ignorantes y corruptos, con el silencio cómplice de un gremio desmovilizado, el de la arquitectura, más la indiferencia y desconocimiento del mundo intelectual y los medios de comunicación, mientras los ayuntamientos llenan sus arcas con la excusa de redistribuir riqueza cuando en realidad tejen redes clientelares.

Entre las fealdades patrias destaca Hospitalet, que atesora el récord de ser el municipio más denso de Europa, el que acumula más población en menos superficie, y el más pobre. La segunda ciudad de Cataluña vive un “boom” constructivo: en los últimos cinco años ha levantado 3.259 nuevas viviendas, además de hoteles y oficinas en la zona de Gran Vía. Para el sector de la construcción, la alcaldesa socialista Núria Marín es una bendición al redoblar su apuesta en el Foro Nueva Economía, donde anunció la edificación en un millón de metros cuadrados en las dos únicas zonas libres: Can Rigalt, cerca de la Diagonal, y junto al Hospital de Bellvitge.

La cruz de la alcaldesa de Hospitalet es la acumulación de demandas de asunción de responsabilidades no satisfechas en el caso de presunta corrupción en las subvenciones al deporte de su ciudad. Un feo caso judicial ante el que ha levantado un muro infranqueable de lo que la verdad esconde. Pujol fue el primero en practicar la política informativa del pesebre, ese recipiente grande y alargado donde comen los medios de comunicación convertidos en ganado. Núria Marín es la cuarta inversora en publicidad institucional de Cataluña gracias al poderío de gestionar el cuarto presupuesto público de Cataluña como presidenta de la Diputación de Barcelona (1.060 millones), y alcaldesa (278). No hay mejor desinfectante que la luz del sol.