Martínez de Pisón, ayer en Barcelona
Martínez de Pisón, ayer en Barcelona - INÉS BAUCELLS

Ignacio Martínez de Pisón: «En democracia prefiero la rutina a la epopeya permanente»

En «Derecho natural», el escritor pone música de Demis Roussos a la Transición

BARCELONA Actualizado: Guardar
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La entrevista con Ignacio Martínez de Pisón (Zaragoza, 1960) discurre con el fondo de «Forever and ever» de Demis Roussos. Su última novela, «Derecho natural» (Seix Barral) es la historia de una familia desunida narrada por Ángel, un adolescente con un padre propicio al escaqueo que se gana la vida imitando al cantante griego. En el calendario, los años decisivos de la Transición democrática que el protagonista vive entre Barcelona y Madrid.

Explorador de vínculos familiares –«Carreteras secundarias», «El tiempo de las mujeres», «Dientes de leche», «La buena reputación»–, el escritor aragonés afincado en Barcelona ausculta cada época en clave musical. Si Petula Clark sonaba en «La buena reputación», Demis Roussos forma parte de la banda sonora de los setenta: «Me vino a la memoria la depresión del cantante y el secuestro aéreo que padeció… Cómo empezó a perder pelo, engordó y cuando adelgazó ya no era el mismo», explica.

Actor de serie B, el padre del protagonista engorda y sufre alopecia, hasta parecerse a Roussos. Un padre huidizo y fantasmón que recuerda al de «Carreteras secundarias». Otra constante «pisoniana»: el padre ausente y la madre que intenta zurcir ese roto afectivo. «Mi padre murió cuando yo tenía 9 años. En una época en que las parejas no se divorciaban, mi hermano y yo éramos los únicos en el colegio que no tenían padre; de ahí que esa sensación de orfandad, o mejor dicho de ausencia reaparezca en mis novelas», confiesa el escritor.

El padre de «Derecho natural», añade, «tiene un desmesurado concepto de sí mismo que no se aviene con la realidad». Y su hijo pretende alcanzar una armonía familiar que nunca existió: «Ángel no es el adolescente rebelde que encarna el Caulfield de Salinger: quiere imaginar una familia normal y feliz».

Además del «triquitriqui» de Roussos, en la novela resuenan las frases «místicas» de aquel precursor de Paulo Coelho que fue Richard Bach, autor de «Juan Salvador Gaviota» –al que puso música Neil Diamond–, las películas de Paul Naschy y coproducciones como «Las petroleras»: Brigitte Bardot y Claudia Cardinale en Burgos, genuino repertorio del pop bizarro.

Una crónica sentimental que no quiere caer en la fórmula del «Cuéntame» para contar la Transición: «Creo que es el momento de equilibrar el relato: ni la Transición era el modelo mundial, ni tampoco hay que cargársela como hacen los apocalípticos de ahora cuando aluden despectivamente al Régimen del 78. Es muy fácil echar la culpa de todo a la Transición. Claro que no todo se hizo bien, pero nos dio el periodo de paz más largo de nuestra historia reciente. En democracia prefiero la rutina y el aburrimiento a la epopeya permanente».

Martínez de Pisón llegó a Barcelona en 1982. Después de treinta y cinco años considera que Cataluña ha caído en el narcisismo: «El catalanismo era una manera de librarse de un pasado sospechoso y ahora los nacionalistas han instituido la mala costumbre de ver solo los defectos de los demás», concluye.

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