Sergi Doria - Spectator in barcino

Cuidado con los (anti)fascistas

De quebrar la trabajada convivencia se encargan fascistas y separatistas dizque antifascistas

Al saber de los “antifascistas” que campan por Cataluña pisoteando la libertad de expresión del oponente, Fernando Aramburu aludió en el Círculo del Liceo a la clasificación de Oriana Fallaci: “Hay dos tipos de fascistas: los fascistas y los antifascistas”. Son aquellos que desinfectan con lejía por donde pasó el adversario, o atacan sedes de partidos constitucionalistas. En el Círculo se escucha a todo el mundo: incluso a algún trasunto del capellán nacionalista de “Patria”, siempre comprensivo con los “chicos de la gasolina” (Arzalluz dixit). En la Cataluña independentista proliferan los epígonos del “cura trabucaire”. Contó Aramburu que cuando presentó la novela en la católica Polonia no concebían que un sacerdote postulara el odio identitario en lugar de la caridad.

El (mal) ambiente del Este catalán movió al maestro Arturo San Agustín a viajar al Oeste de sus ancestros. Desde la población oscense de Riglos recorre en “Pluma de buitre” los caminos del cantautor Labordeta, el historiador Ricardo del Arco y Ramón Acín. Este pedagogo, pintor, dibujante, escultor, periodista y anarcosindicalista financió a Buñuel el documental “Las Hurdes. Tierra sin pan” con el dinero ganado por el Gordo de Navidad. Acín cayó fusilado por los sublevados el 6 de agosto del 36. Después asesinaron a su esposa, Conchita Monrás.

Gracias a la denostada Constitución del 78 y, pese a los años de plomo vasco, hoy no se muere de ajuste de cuentas como Acín. De quebrar la trabajada convivencia se encargan fascistas y separatistas dizque antifascistas. Azoriniano del “andar y ver”, San Agustín charla con un senador jubilado del independentismo catalán. Al mentar las obras de Sijena, adquiridas ilegalmente por la Generalitat, define los nacionalismos: “Los inventa un ambicioso, los apoyan los banqueros y se nutren de resentidos, oportunistas e idiotas. A la gente le gusta obedecer”. Obediencia ciega y tenacidad necia, las “virtudes” nacionalistas: “La escuela del escultismo que, en algunos países, ha logrado que ciertos cargos públicos decisivos los ejerzan mediocres, cuya principal virtud es la tenacidad”, concluye el escritor-caminante.

Los politicastros del “procés” encarnan esa tenacidad. Tenacidad binaria, sin matices ni complejidad. “Al final has de escoger, decidir de que lado estás. Solo hay dos alternativas sobre la mesa, una es aceptar la represión, la otra es votar”, advierte el “cráneo privilegiado” Raúl Romeva. Tildan nuestra democracia de “baja calidad”, pero se presentan para estar en nómina del “malvado” Estado Español. Son el voto inútil. Jordi Sánchez, diputado que no podrá ejercer. Lluís Puig, teórico sardanista en Bélgica. “Jami” Matamala, financista de Puigdemont. Jaume Alonso-Cuevillas: el abogado del fugado no ve similitudes entre el Brexit y el “procés”. Los “brexiters”, aseguró, “son gente contraria a derechos y libertades y nosotros somos partidarios de tener derechos y libertades”. El pronombre “nosotros”, comodín sintáctico supremacista.

El dúo Rull & Turull, ejemplos del político chusquero que solo ha conocido el partido y parlotea a ritmo de eslogan. En la propaganda electoral independentista no encontrarán una sola propuesta para la vida real. La democracia fetén solo resplandecerá si se vota “su” referéndum. Por encima de la ley: “No renunciaré a mis convicciones democráticas. Esto va de libertad”, proclama Oriol Junqueras.

Grandes conceptos sin definir, cual pegajoso algodón azucarado. Independencia, Libertad, Justicia, Democracia, Autodeterminación… “Cuando un grupo humano se cree portador de la civilización, esta misma creencia lo hará actuar como un bárbaro a la primera oportunidad que se le presente. En este sentido, no hay nada más peligroso que la fe en una raza, en una nación, en una clase social, en un partido”, sostenía Simone Weil hace ochenta años.

¿De qué va la libertad del independentismo? Cuando la turba revienta el acto del adversario político -campus de la UAB-, la candidata Laura Borràs saca a pasear silogismos lamentables: “Hay gente que busca problemas y cuando buscas problemas los encuentras”. Lo afirma la consejera más inútil que contempló la historia reciente de la autonomía, tras su vidriosa dirección en la Institució de les Lletres Catalanes. Aquella que, en lugar de cumplir con su obligación institucional -ausente en el premio Planeta, ausente en el sepelio de Claudio López de Lamadrid- dedicaba la jornada al agitprop de Puigdemont.

La Generalitat, como los calles, “sempre serà nostra”. De eso va la cosa. Sí, señora Borràs: el que busca problemas los encuentra. Ahora y aquí, disentir del discurso único es buscarse problemas… o provocar. Como la dependienta de Nostrum denunciada por hablar en castellano. Dirigirse a un cliente en la lengua común constituye un problemón en Cataluña, según el “recibí” de la Generalitat. También se buscó problemas -informó Esther Armora en estas páginas- el profesor que aportó otras lecturas de Historia a sus educandos, más allá del manual manipulado. O la horchatería El Tío Che por atender a Arrimadas. Si aprecian la libertad, mediten el voto. Cuidado con los (anti)fascistas: contrariarlos es buscarse problemas.

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