Un Govern sin oposición

El balance del 11 de septiembre en   Cataluña es rotundo. La capacidad de movilización de los independentistas ha menguado sin paliativos. Asimismo, estos se han enfrentado sin piedad por la estrategia a seguir en la mesa de negociación. Radicales todos, unos están por la vía unilateral y otros plantean escenarios rupturistas más a medio plazo. Independentistas contra independentistas enfrentándose en la calle.

¿Cuál es el punto crucial? Haga o diga el Govern lo que quiera, no se confronta a oposición alguna. Si hablamos del alcance del 11 de septiembre, mientras Aragonès y Puigneró alardean, Illa llama, rutinariamente, al diálogo y al sobado entendimiento. Si JxCat y ERC renuncian al pacto sobre la tercera pista del aeropuerto, los socialistas, entregados, se muestran esperanzados en el inevitable entendimiento entre gobiernos.

Si JxCat y ERC se enfrentan, hasta el ridículo, por los contenidos y asistentes a la mesa de negociación,   Sánchez e Illa , disimulan y aseguran que la mesa proseguirá, aunque no se sepa ni los resultados, ni cuándo llegarán... si acaso se alcanzan.

La escasa oposición al gobierno catalán la desempeña su propio socio en su seno, y la CUP y podemitas, eventualmente, con desgana. No existe más oposición. La de la derecha es anecdótica, y la de los socialistas, tragan prácticamente con todo, para asegurar que su alianza en el Congreso no estalle en pedazos y se vean obligados a convocar elecciones. En esto todos están de acuerdo.

Un   Govern , sin gestión política, una oposición sin control del gobierno, y millones de catalanes que pagan el pato. ¿Hasta cuándo? Hasta que estos cambien de idea y decidan votar a favor de las seculares aspiraciones en defensa de la Generalitat, un buen Estatut y una mejor autonomía. Añado, sin un partido de centro derecha catalanista que asuma estos ideales, los ciudadanos no tendrán a quién votar.