De exilios…

El pasado sábado, no pocos aficionados catalanes se dieron cita en el coliseo de Arlés en un ejemplo más de ese exilio real, y lejos del puigdemoniano, al que se ven obligados para mantener viva su pasión. En la arena del imponente coso romano tomó la alternativa un joven torero, nacido de la Francia más taurina, con ascendentes catalanes y vecino de Barcelona, que supone dar continuidad a la larga lista de toreros de esta tierra.

De Peroy, aquel mozo de Torredembarra, el primer torero catalán, allá por el XIX, hasta Maxime Solera, han sido muchos los que han vestido con orgullo el traje de luces dentro y fuera de las plazas de Cataluña. Mario Cabré, el de la suspremas elegancias; Joaquín Bernadó, de Santa Coloma, el más internacional de todos; Clavel, Barceló, Patón, Ángel Lería, recientemente homenajeado en el treinta aniversario de su alternativa; Serafín Marín, que se ha batido el cobre como pocos en la lucha por la Fiesta y gran muletero…, así hasta Enrique Guillen, el último alternativado en la Monumental de Barcelona.

Y estamos ya en el coliseo de Arlés con un cartel de lujo. Morante de la Puebla como padrino, Pablo Aguado de testigo, el joven Solera de blanco y oro, y los toros de La Quinta, otro atractivo de la tarde. Al final, detalles de Morante, toreo del caro de Aguado y raza y compromiso de Maxime. Toricantano y Aguado se fueron a hombros por la puerta grande en una fecha que queda ya para la historia del toreo en Cataluña. A partir de este momento, el joven diestro tiene firmados algunos contratos, seguro que su ilusión sería anunciarse en la Monumental de Barcelona, pero, hoy por hoy, sigue cerrada por el miedo, que no por derecho. El exilio real.