Joan Carles Valero - Letras expectativas

La aldea global

Europa es el mejor lugar del mundo para vivir, porque a nadie se deja en la cuneta gracias al modelo del Estado del Bienestar

Los cambios en nuestro planeta se aceleran hasta casi alcanzar los 110.700 km/h, que es la velocidad que viaja la Tierra alrededor del Sol. Tampoco nos percatamos de los 1.700 km/h del tiovivo de rotación sobre nuestro propio eje. Igual ocurre en nuestras sociedades: los cambios son vertiginosos. Y no solo tecnológicos. De repente, el centro de gravedad del mundo se ubica en torno al estrecho de Malaca, entre Singapur e Indonesia. No porque hoy se hayan citado allí Trump y Kim Jong-un, que también; sino porque la potencia económica de ese estrecho es el fiel reflejo de la nueva realidad en la correlación de fuerzas internacionales, en lo que muchos analistas califican del mundo post-occidental.

Uno de esos analistas es Josep Piqué, que en su último libro «El mundo que nos viene» (Deusto) habla del llamado «repliegue anglosajón», que ha venido a acrecentar esa percepción de cambio de era en la que Occidente está perdiendo irreversiblemente la hegemonía ostentada en los últimos dos siglos y medio. Piqué disertará esta tarde sobre los retos, desafíos y esperanzas del siglo XXI en el Círculo de Economía con Valentí Puig, presidente del Club Tocqueville. Hace unos días, en las jornadas de Sitges de ese «think tank» que preside Juan José Brugera, Robert Kaplan, autor de «La venganza de la geografía», recordó que la geografía siempre está presente. También estamos asistiendo a un retorno de la historia, que siempre acaba por volver. Como China, que fue el centro del mundo hasta que Occidente le arrebató la hegemonía y que ahora reemerge con fuerza. En 30 años, China, India, Indonesia, Brasil, Rusia y México serán, junto a EE.UU., los nuevos G-7.

En la actual aldea global de cien habitantes, 56 son asiáticos y 16 son africanos, mientras que americanos del norte y del sur son 13, de los que solo 4 son estadounidenses. Europeos somos 12 incluyendo los habitantes de las exrepúblicas soviéticas, porque de la Europa occidental somos la mitad, es decir, solo 6. Los otros tres aldeanos son de Oriente Medio. Europa es el mejor lugar del mundo para vivir, porque a nadie se deja en la cuneta gracias al modelo del Estado del Bienestar. El mundo post-occidental necesita los valores occidentales para ser más libre, más justo y más humanitario. Pero los europeos nada pintaremos en la aldea global si claudicamos ante los nacionalismos y no vamos juntos.

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