Suspensión de la caza en Castilla y León: un auto con efectos colaterales

Pérdidas económicas, daños en el campo y menores ingresos municipales son algunas consecuencias

ABC

M. S.

La suspensión de la caza en Castilla y León puede tener unos efectos que irían más allá de los relacionados exclusivamente con la actividad cinegético, aunque éstos ya por sí solos son considerables si se tiene en cuenta que el volumen de negocio que genera supera los 500 millones de euros y hay unos 8.000 empleos vinculados a ella. Hay que tener en cuenta que en la Comunidad hay cerca de 100.000 licencias de caza cuyos titulares dejan no pocos ingresos en hoteles y restaurantes. Según la Fundación Artemisan, un cazador tipo hace un gasto medio anual de 9.694 euros y un 43 por ciento de esa cantidad corresponde a alojamiento, comida y transporte. El gasto medio en comidas y bebidas es de 494 euros y en alojamiento supera los 1.200 euros, según las mismas fuentes

De esta forma, el perjuicio económico sería el primero, no sólo en el sector hostelero sino también en los ayuntamientos, especialmente los más pequeños, que verían cómo uno de los principales ingresos, sino los únicos, llegan de los cotos de caza (también son propietarios particulares) y monterías que se organizan en su término municipal. El empleo, por lo tanto, también se vería seriamente resentido por la prohibición de cazar. También las arcas autonómicas sufrirían por la suspensión por la reducción de la recaudación que llega a través de las licencias de caza.

Problemas sanitarios

Lo que parece evidente es que la prohibición derivada del auto del TSJ afectará especialmente al mundo rural que, además de los perjuicios propios de ver reducido el impacto económico que generaba la actividad, verán aumentar los problemas de los agricultores y ganaderos. Los segundos, ya llevan meses lamentando la prohibición, también como consecuencia de una sentencia, de abatir al lobo (tanto al norte como al sur de la Comunidad), con lo que ello supone de aumento de esta población de mamíferos y de ataques al ganado, sobre todo en las provincias de Ávila y Zamora. Ademas, la falta de control también lleva aparejada un incremento de los problemas sanitarios en los animales.

Pero es que, además, el hecho de que no se pueda dar muerte a ninguna especie supondría el aumento del número de conejos, jabalíes o corzos, por citar alguna de las especies que mayores daños están provocan do en la agricultura. De hecho, aunque en este momento no está abierta la temporada de cada (ni mayor ni menor) sí que se estaban autorizando cacerías concretas de estos animales para evitar una superpoblación y, con ello, graves daños en los cultivos, como ya ocurre en muchas zonas con los conejos.

«Más animales»

De ahí que el presidente regional de Asaja, Donaciano Dujo, lamentara ayer unas sentencias que «son antisociales y perjudican el medio ambiente». «La caza es una actividad que genera riqueza y eso es algo sobradamente conocido en el medio rural», insistió Dujo y recordó que «cada vez hay más animales salvajes y eso daña la actividad agraria y ganadera».

¿Y qué decir de la siniestralidad viaria?. En Soria, donde los accidentes provocados por animales son muy habituales, la caza es la única fórmula para limitar el crecimiento de las especies, una actividad vinculada a los corzos de caza , que son, además, los responsables de mantener a raya a los animales para que no invadan las vías de comunicación. Sólo en la provincia de Soria hay un total de 576 cotos censados.

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