Tomasa Ruiz, con la nueva programación de la OSCyL
Tomasa Ruiz, con la nueva programación de la OSCyL - F. HERAS
Artes&Letras - 25 aniversario de la OSCyL

La seguidora más fiel tiene 104 años

La vallisoletana Tomasa Ruiz Alonso es la abonada más veterana de la Orquesta Sinfónica

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Tomasa Ruiz Alonso puede presumir de toda una vida de afición a la música y de llevar 25 años como fiel seguidora de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León. Su caso sería uno de tantos si no fuera porque esta vallisoletana cumplió 104 años el pasado 7 de marzo.

Ha visto nacer y crecer a la OSCyL, y tiene ya su abono renovado para la próxima temporada. En la pasada solo se ha perdido un par de conciertos. Y no fue por achaques ni por falta de ganas, sino porque su hija, Pilar Navarro Ruiz, con la que acude al auditorio, tenía otros compromisos.

«Teníamos dos músicos en casa: mi marido y mi hijo; siempre nos ha gustado la música», dice para explicar una afición inquebrantable.

Su marido tocaba el trombón en una banda, y solo lo dejó cuando no pudo compatibilizarlo con su trabajo como panadero; su hijo se decantó por el violín y el saxofón.

Su hija recuerda ir a las actuaciones de su padre desde niña y, antes de la OSCyL, a los conciertos de la Orquesta ‘Ciudad de Valladolid’ o de cualquier otra que pasase por la ciudad. Casi no podía ser de otro modo: Pilar también ha militado siempre en esa vocación compartida en familia y, durante mucho tiempo, ha formado parte de la Coral Vallisoletana.

«Me gusta toda la música, pero tiro más por la clásica, porque era lo que tocaba él», explica Tomasa, que todavía recuerda cuando, antes de la guerra, iba con su marido a bailar a La Parisiense. Ahora, ochenta años después, también acude con su hija al Teatro Calderón, cuando programa ballet y flamenco.

Nadie que haya visto a Tomasa en el Centro Cultural Miguel Delibes concierto tras concierto podría sospechar que hace ya tiempo que cumplió el siglo. Solo se queja, y poco, de las escaleras para llegar a la fila 16 de la sala sinfónica, donde tiene reservada su butaca. Cuando quedan localidades libres en parte alta del graderío, a la que se accede directamente, se queda allí para evitarlas.

Tampoco critica el repertorio de la OSCyL, con alguna excepción, matiza su hija: «Lo muy moderno no le gusta tanto, entonces sí me dice: ‘¿Por qué no tocan a Mozart?’».

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