Ana Pedrero - Desde la Raya

Rebeldes con causa

Jóvenes con mascarilla EFE

ANA PEDRERO

A menudo pienso cómo hubiese vivido todo lo que ocurre a mis quince o a mis dieciocho, cuando era una potra indomable que se comía la vida a mordiscos. Cómo hubiese llevado el encierro, esta primavera robada, esta Semana Santa sin procesiones, este verano sin verbenas en los pueblos, sin toros en las plazas, sin bodas en las catedrales, sin brindis en las bodegas, sin besos en los labios.

Pienso en mi rebeldía, en aquellas ganas locas de tomar la calle, de prolongar las noches, de exprimir cada minuto como si no nos fuese a dar tiempo a quemarlo todo, de besar con el torrente, la locura del primer amor. Aquel reloj sin horas, aquel mirar de frente a la vida sin temor a nada, sin amenazas invisibles en el aire, con las puertas y los brazos abiertos de par en par donde ahora hay miradas desconfiadas y miedo casi a rozarnos.

Supongo que me hubiese sentido como una prisionera entre las cuatro paredes del confinamiento, si el techo de casa se me caía nada más poner un pie dentro. Pienso que lo mismo la rebeldía hubiese sido eso, salir aunque fuese de puntillas, no ponerme la mascarilla, pasar por encima de la ley.

Intento entender por ello a los jóvenes que ahora, con esa misma despreocupación, se convierten en los mejores aliados del virus maldito que nos ha robado miles de vidas. Esos jóvenes que os echáis a la calle como si tanto encierro, tanto dolor, hubiesen sido un paréntesis sin más en vuestras vidas. Os entendería si no fuese porque cada vez que os juntáis, que bailáis hasta el amanecer, os estáis robando la vida, rebeldes sin causa.

Os han contado que los médicos fueron héroes, pero no lo son. Son personas de carne y hueso que se dejaron la piel y la vida, literalmente, luchando contra el bicho. Os dijeron que a vosotros no os atacaba, pero hacéis oídos sordos a ese peligro asintomático que os hace portadores de la muerte en apenas un beso, una caricia a vuestros mayores. No sé si se llama irresponsabilidad o egoísmo, pero es hora de crecer, de que os duela este bofetón de realidad que nos ha obligado a cambiar el paso a todos.

Vosotros, jóvenes, tenéis aún toda la vida por delante. Cuidaos, cuidadnos. Sabed que salvar vidas es tan nimio como llevar una mascarilla y apretar un beso entre los labios. Haced que vivir sea siempre la causa de vuestra rebeldía.

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