Olmedo, una cita con los clásicos

El programa del festival echa abajo algunos mitos del teatro del Siglo de Oro español, como que la mujer estaba apartada de la escena o que las obras no despiertan interés fuera de nuestras fronteras

Un momento de «Mestiza», de Julieta Soria, presente en el cartel Olmedo Clásico

J Gabriel López

Cuando se realiza el balance de un festival de teatro Clásico , como el de Olmedo (Valladolid), que en 2019 celebra su XIVª edición, o cuando se contempla el atractivo que despiertan los clásicos del siglo de oro español, surge una pregunta: ¿qué tienen estos textos que atraen y distraen al público, pese a estar escritos desde hace unos cuatro siglos?

Las respuestas son múltiples: poseen tal riqueza de contenido que nunca acaban de decir cuanto contienen; abordan temas de interés tanto para el espectador de hoy como para aquellos para los que se escribieron; muestran un lenguaje polisémico de interés ayer y ahora, en España y en cualquier lugar del universo; utilizan un lenguaje expresivo, esencial, bello y comprensible; o bien contienen una potencialidad dramática, sobre la que basta aplicar el ingenio de un director, para que la letra salte de los libros a la escena.

Sin embargo, estas cualidades inherentes a cualquier texto clásico y, de manera especial, a obras y autores del siglo áureo, ¿por qué tienen tan poca facilidad para traspasar las fronteras? La contestación se halla en dos núcleos: el complejo de inferioridad ante nuestros clásicos, por una deficiente formación humanística; y el poco empeño en adecuar e informar de las peculiaridades de nuestro sistema estrófico y el lenguaje versal, que impiden las traducciones fiables.

Cualitativa y cuantitativamente entre Cervantes y los epígonos de Calderón se escriben más de doce mil obras: nada que ver con el centenar que ha llegado de Inglaterra en un periodo de tiempo semejante. ¿Que son mejores por su calidad?, bastaría con hacer un canon de las cien mejores obras del repertorio español para demostrar la afirmación. Esto y la recuperación de algunas obras maestras en el olvido es una tarea pendiente para teatreros y filólogos. Durante la presente edición del festival de Olmedo, quizás muchos se sorprendan con Valor, agravio y mujer de Ana Caro , que —dirigida por Rodrigo Arribas y Verónica Clausich— se presenta el 12 de julio.

Montaje de «Las Mocedades del Cid» Olmedo Clásico

La representación de esta joyita desconocida, de una obra escrita por una mujer, desmitifica otra de las leyendas negras del teatro áureo español: las mujeres estaban apartadas de la escena. Esta situación sí de daba en Inglaterra, donde Julieta u Ofelia fueron representadas por hombres, pero no en España, donde la mujer asistía al teatro, se subía a las tablas e incluso algunas osadas emprendían tareas que hoy denominaríamos de producción teatral. Olmedo tendrá ocasión de presenciar el 16 de julio otra comedia escrita por mujer, La traición de la amistad de María Zayas. A estas se suman más, como la mexicana Sor Juana Inés de la Cruz y otras cuyas obras están pendientes de desempolvar.

Más mitos que caerán este año en Olmedo: el escaso interés que despierta el teatro español fuera de nuestro territorio. Es verdad la dificultad de traducir el verso, como apuntaba antes, pero la retórica y el ritmo es tan elevado que suplen las dificultades de la rima, que sí es un verdadero obstáculo. Muchas veces basta con explicar y aplicar Arte nuevo de hacer comedias de Lope de Vega, para que este pretexto caiga. El interés del teatro, cuando no existe la barrera del idioma, traspasa el Atlántico , como también en Olmedo se verá con la presencia de la Compañía Nacional de Teatro de México, El perro del hortelano de Lope (17 de julio); o la Compañía Argentina de Teatro Clásico, La discreta enamorada, también de Lope (el 15 de julio).

El programa de Olmedo de este año se completa con Las mocedades del Cid de Guillén de Castro en versión de Daniel Pérez; Entre bobos anda el jueg, de Rojas Zorrilla, dirigida por Eduardo Vasco; Con quien vengo, vengo de Calderón, dirigida por Gabriel Garbisu; o Mestiza de Julieta Soria, acerca de una supuesta entrevista entre Tirso y Francisca, una hija mestiza de Pizarro que para por Madrid a finales del siglo XVI.

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