«Ocho meses después de contagiarme sigo sin tener ni gusto ni olfato»

Unos 200 castellano y leoneses que aún padecen síntomas de coronavirus se unen en las redes

Piden a Sanidad quese les hagan más pruebas para encontrar una solución

Sonia Sánchez, afectda por Covid persistente en Castilla y León ABC

M. Antolín

Hace más de ocho meses que se contagiaron de coronavirus y todavía hoy sus síntomas siguen lastrando sus vidas . Continúa en su día a día la fatiga, los mareos, la ausencia de olfato y gusto, las naúseas y la diarrea vuelven de forma intermitente... Son los afectados de lo que se conoce ya como Covid persistente, un fenómenos aún muy desconocido para los propios pacientes, pero también para los sanitarios, que no encuentran una explicación a cómo, una vez superada la enfermedad, pueden mantenerse durante tanto tiempo como secuelas los síntomas que alertan de que se padece coronavirus.

Poco saben los afectados sobre cómo hacer frente a lo que les ocurre porque no hay mucha información al respecto. En Castilla y León, unas 200 personas han decidido unirse a través de las redes sociales ante la falta de respuestas. Según algunos estudios iniciales, mientras la mayoría de personas que sufren secuelas por el Covid son varones y mayores de 65 años, en el caso de los síntomas persistentes los sufren sobre todo mujeres jóvenes, de entre 35 y 50 años, que llevan meses sin poder rehacer su vida por unos síntomas que se resisten a marcharse.

Es el caso de Sonia Sánchez, de 38 años y vecina en Benavides de Órbigo (León) . Aún no está segura de cómo se contagió, pero todo apunta a que fue entre los días 20 y 23 de marzo en la residencia de ancianos en la que trabaja —actualmente ha solicitado una excedencia por los problemas que aún arrastra—. A «un dolor de cabeza muy fuerte» le siguió el día 26 la pérdida del gusto y el olfato. «Me di cuenta mientras hacía un bizcocho y a día de hoy —más de ocho meses después— no los he recuperado», asegura. Entonces, «no era muy seguro que este fuera uno de los síntomas, pero empecé también con diarrea», indica.

Sonia Sánchez, 38 años

«Lo peor es no poder hacer la vida que yo tenía antes. Lo emocional también es muy duro»

Decidió llamar al teléfono de información habilitado desde el inicio de la pandemia para consulta ante la sospecha de sufrir Covid y le recomendaron que se aislase. « Lo hize y permanecí así 33 días, hasta el 28 de abril», relata . Su marido y su hija se mudaron a la planta baja con sus padres y nadie más se contagió. Pero Sonia sabe lo que es que el virus golpee fuerte. Sus abuelos se infectaron y él no pudo superarlo. «Murió el 10 de abril y yo tuve que pasarlo sola en mi habitación, sin poder estar con mi familia. Fue horrible», indica Sonia, que, una vez que dio negativo en la PCR —el 15 de abril— continuaba con unos síntomas que siguen hoy.

«Sobre todo tengo mucho cansancio y algunos mareos, no he recuperado el olfato ni el gusto, se me caía mucho el pelo, anteriormente tuve un dolor muy fuerte en el pecho, que regresa algunos días, y se me olvidaban las cosas», y al ver que no desaparecía y no le daban una solución, decidió acudir a la sanidad privada. «Allí me dijeron que todo era consecuencia del virus, me detectaron falta de vitamina D y una pericarditis que me provocaba el dolor en el pecho» , explica.

Incertidumbre

Pero nadie sabe decirle cuándo acabará todo. «Hay momentos mejores y peores. Hay días en los que pienso: ‘¿qué me pasará hoy?’ y que esto no va a terminar nunca» . «Lo peor de todo es no poder hacer la vida que yo tenía. Lo emocional también es muy duro» , expresa, porque «al principio te dices: ‘van a pensar que estoy loca, que me lo estoy inventando’, pero he encontrado a mucha gente que está pasando por lo mismo». Por eso, pide que se les tenga en cuenta porque «esto no es ninguna tontería». «Aún con una PCR negativa, queremos que se nos siga haciendo pruebas para poder empezar a sentirnos mejor».

Nieves Sardón, afectads por Covid persistente en Castilla y León ABC

El mismo mensaje lanza Nieves Sardón, profesora salmantina de 58 años, que no tiene dudas de que se contagió en el mes de marzo cuando acompañó a su padre durante una visita a urgencias en el hospital de Salamanca por un problema ajeno al Covid, aunque finalmente acabó falleciendo el día 27 de marzo a consecuencia del virus. A partir del día 23, ella dejó de tener olfato y un fuerte cansancio le impedía continuar con su vida cotidiana. Tres días después, aún con dudas de si el coronavirus la hubieses atacado, llamó al teléfono habilitado, donde le pidieron que se aislase.

«Estuve 32 días con fiebre, no muy alta, pero fiebre, y 40 días encerrada en mi habitación sin que me llegaran a hacer una PCR , pero tenía todos los síntomas. Tengo artrosis y a mí me afectó muchísimo al sistema locomotor. No podía ni levantarme», recuerda. Y aún hoy permanecen varios de los síntomas que padeció entonces. «El olfato no lo he recuperado, vuelve de forma puntual, y el gusto lo tengo completamente trastocado», comenta Nieves, a quien también le apareció una lesión en la piel —un eccema— que le vuelve a brotar constantemente. «Lo tuve en el cuello, en los brazos y ahora cerca de los ojos, algo que me preocupa», indica.

Nieves Sardón, 56 años

«Somos los grandes olvidados. Nadie nos da soluciones y ni los médicos saben cuánto durará esto»

«Me fatigo muchísimo, me canso, por eso he tenido que limitar mis actividades y yo soy una mujer muy activa», lamenta antes de explicar que, por ejemplo, tuvo que abandonar sus clases de baile. «Ahora he vuelto, pero aguanto cinco o diez minutos y tengo que sentarme a descansar» . Cada día es una incógnita, en ocasiones la situación mejora, pero en otros «estás sin ganas de nada». «Para mí, la mejor terapia ha sido volver a trabajar en el colegio. No hemos tenido que confinar a nadie y las familias lo están haciendo muy bien», asegura. Pese a todo, «lo peor es no poder hacer mi vida normal» y los «médicos no nos dicen nada concreto, si tendremos esto para siempre o no... porque ellos mismos lo desconocen», dice . A falta de poder aportar respuestas, a Nieves sí le hicieron pruebas para concluir que «todo son secuelas de Covid y que lo tiene mucha más gente».

«Somos los grandes olvidados. Fuimos los primeros en pasar la enfermedad, cuando el coronavirus era un gran desconocido . No nos dieron ningún tratamiento y a día de hoy no tenemos solución, pero alguien tiene que ayudarnos».

Las redes sociales se han convertido en el punto de encuentro de las personas con Covid persistente, les han ayudado a saber que no son los únicos a los que el virus ha dejado marcados y a sentirse más acompañados. «Podemos ayudarnos unos a otros», expresa Nieves, en referencia al grupo de Facebook que decidió crear Sonia siguiendo el modelo de otras regiones.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación