Artes&Letras / Música

El músico que proyectó el folk al siglo XXI

La primera biografía autorizada de Eliseo Parra, intérprete nacido en el municipio vallisoletano de Sardón de Duero, arranca la colección «De Raíz» de la editorial Canela. La obra incluye un libro disco con temas inéditos

Fotografías incluidas en el libro «Eliseo Parra. Nunca perseguí la gloria». Ésta, durante la grabación del homenaje a Marazuela (entre otros intérpretes aparece junto a Parra Joaquín Sabina)

HENAR DÍAZ

Un calderón, la anotación musical utilizada para indicar un punto de reposo hasta que el director de orquesta decide continuar, suple al punto y final en el último capítulo del libro Eliseo Parra. Nunca perseguí la gloria. No está elegido al azar, pues la primera biografía autorizada de uno de los artistas referentes en el panorama de música tradicional no da, ni mucho menos, por concluida su carrera; simplemente quiere servir de recopilación y puesta en valor de la trayectoria de un intérprete que según destaca el autor de esta obra, el periodista y escritor especializado Rafael Alba , supo coger la música de raíz y «proyectarla al siglo XXI».

La idea de hacer un libro que recorriese la trayectoria profesional del músico nacido en Sardón de Duero (Valladolid) cuajó mientras Rafael Alba se encontraba en plena investigación de por qué determinada música como la de raíz no ha llegado en ningún momento a la popularidad conseguida por el flamenco, que tiene uno de sus puntos álgidos en los 70, con «Entre dos aguas» de Paco de Lucía, «una canción que tuvo una exposición radiofónica comparable a la que hoy podría tener un tema de David Bisbal». Reticente al principio sobre la idea de tener una biografía, Alba convenció a Eliseo para reunirse todos los martes en el Café Central de Madrid. Las anotaciones que tomó en aquellas charlas, así como las conversaciones mantenidas con los miembros de La Parra Band y Las Piojas en Costura, dos de los grupos de Parra, le sirvieron para dar forma durante dos años a un libro necesario, no sólo porque cuenta al detalle la trayectoria de un músico hecho a sí mismo, sino también por lo que supone de llamada de atención a una música «imprescindible».

«En Zamora y Salamanca hay ritmos y patrones con una conexión absoluta con los africanos»

Nunca perseguí la gloria parte de la infancia y adolescencia de Eliseo Parra en Sardón de Duero, municipio en el que nació, y Valladolid, a donde se trasladó su familia en busca de trabajo. Es allí donde a pesar de que en su entorno «no había demasiado interés por alimentar artistas», comienza a desarrollar una pasión latente, la música, pese a que -dicho por él mismo- «no se dio cuenta de que quería ser músico hasta que ya lo era». Recoge esta biografía que fue en la capital vallisoletana donde se «enroló» en su primer grupo, la rondalla del Instituto Zorrilla, en la que comenzó a cantar y tocar el laúd, «un instrumento poco habitual para la chiquillería», que había pertenecido a su padre y que, tal y como recoge Rafael Alba, «tuvo más importancia en su carrera profesional de lo que podía parecer en un momento».

Durante la promoción de su disco «El Man Sur», en 2015 ABC

Cuando Eliseo contaba con 14 años emigró con su familia a Barcelona «quizá sin saber que acababa de pisar la tierra prometida». Eran principios de los 60 «y la música popular iba a brillar con una intensidad que muy pocas veces tuvo antes o ha logrado tener después». En la Ciudad Condal se despertó su pasión por los Beatles y bajo su influencia, recuerda el periodista, «formó por primera vez un grupo», los Denies. Tras él llegó Mi Generación, que definió su estilo a caballo entre la psicodelia y el rock progresivo y con la que Eliseo se sentó tras los tambores. Con ella llegaron también los primeros singles y varias temporadas de actuaciones en las discotecas de moda de Ibiza. Para Rafael Alba, la conexión entre el rock y el género por el que más se le ha conocido al músico de Sardón es más de la que en un principio podría parecer: «Para mí, uno de los problemas fundamentales de la música hispana, por los que pierde influencia en el mundo, es que no ha hecho esa transposición de los patrones rítmicos y melódicos ancestrales a nuestra modernidad como lo hizo el rock and roll con el blues». Eliseo sí que lo supo ver y Alba pone el ejemplo su disco en solitario De ayer mañana (World Village - Harmonia Mundi, 2005), «él cogió esa música tradicional de ayer y la proyectó al siglo XXI».

«La música de raíz demuestra que hay un legado común sonoro que es ibérico»

No en vano, recuerda el escritor de su biografía, la primera canción del género que él compuso la hizo con Mi Generación: «‘El silenci d’estimar’ surgió de la asimilación de los ritmos tradicionales baleares y la ha incluido siempre en el repertorio de todas las bandas en las que ha tocado», plasma Alba en el libro, recordando que aunque «Eliseo se encuentra muy pronto con la música tradicional, es consciente de que no tiene los conocimientos suficientes para utilizarla de manera conveniente».

Con Andrea y el pandero cuadrado, en Peñaparda

Tras Mi Generación llegaron bandas como Sardineta, un grupo capaz de mezclar la salsa, el rock con la música de raíz -fue su primer punto de inflexión para acercarse a ella-, la anarquía, las reivindicaciones políticas y de legalización de las drogas blandas y las jotas manchegas». «Sardineta fue una orquesta de baile donde ya hizo una versión de las jotas de Agapito Marazuela, pero él sentía que tenía que profundizar más y probablemente hasta que no empezó el trabajo de campo e ir directamente a las fuentes a aprender, a encontrarse con esos instrumentos como el pandero cuadrado de Peñaparda, no se lanzó a donde quería nadar, la música tradicional».

En solitario

Después de Sardineta llegaron muchos más grupos y no fue hasta la entrada de los noventa cuando decidió trabajar en solitario (Al-Bedrío -RNE, 1992- fue su primer álbum). «Dio el paso definitivo cuando estuvo seguro que lo que tenía es lo que quería. Él fue recogiendo experiencias vitales y hasta Tribus Hispanas (Música Sin Fin, 1998) no estuvo convencido de haber encontrado su lenguaje definitivo».

Durante su participación en el grupo Mi Generación

Así, años antes de la grabación de Tribus Hispanas, Eliseo Parra se animó finalmente a hacer su propio trabajo de campo para conocer la realidad de las fuentes orales que se ocultaban detrás de los cancioneros y grabaciones e introducir y dar dimensión internacional a uno de los instrumentos de percusión que consideraba más singulares de la tradición ibérica: el pandero cuadrado procedente de la localidad salmantina d e Peñaparda. Por entonces hizo bastantes paradas en su tierra de origen, en el mencionado municipio y en las comarcas de Aliste y Sanabria, en Zamora. Allí confirmó lo que pensaba, cuenta Alba, que los ritmos que desprende este pandero «tenían una conexión total, absoluta e inesperada con ritmos africanos de gran complejidad» y «habían sido mantenidos por gente que no sabía escribir música y lo habían aprendido viendo y oyendo tocar».

El pandero cuadrado

El autor de Nunca perseguí la gloria considera «clave» a Parra en el mantenimiento de esos ritmos: «Ahora no sólo es que exista el pandero cuadrado, es que te encuentras tocándolo a una banda de folk canadiense». También considera al músico de Sardón un referente a la hora de poner en valor «la gran música tradicional de Castilla y León» y no sólo de esta tierra, ya que a su juicio, «la música de raíz ha demostrado que hay una conexión entre territorios que algunos se empeñan en negar y que hay un legado común sonoro que es el ibérico».

El libro incluye también un disco con «joyas sonoras» de Eliseo Parra, algunas incluso que nunca llegó a grabar como «Lola Malasaña», compuesta en 1989 y que «se puede escuchar al intérprete haciendo una zambra, su acercamiento más evidente a la copla».

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