Los menores extranjeros no acompañados se triplican en tres años

La mayoría, más del 60 por ciento, procede de Marruecos y tiene entre 17 y 18 años

Castilla y León no ha registrado conflictos ni problemas graves de convivencia

ICAL

M. ANTOLÍN

Son adolescentes que llegan a España procedentes de otros países sin sus padres u otros familiares adultos. En las últimos meses se les conoce como «menas» , una abreviatura de menores extranjeros no acompañados, y han saltado a la palestra por el repunte registrado de estos jóvenes inmigrantes y por los conflictos surgidos en regiones como Cataluña o País Vasco, donde se han concatenado varias acusaciones por agresión sexual y robo.

Castilla y León, al igual que el resto de comunidades, también ha experimentado un crecimiento, aunque en menor grado que en Andalucía (5.183) y Cataluña (1.938), que son las que tradicionalmente cuentan con las cotas más altas. La cifra en la región se ha triplicado en los tres últimos años -de 44 en 2015 se ha pasado a 133 en 2018-. La tendencia ha sido al alza y, según apuntan los datos, 2019 va camino de superar el nivel del pasado año. En el primer semestre, la Comunidad ya ha acogido 109 menores, si bien las cifras varían mucho por el movimiento de los jóvenes entre regiones. El crecimiento coincide con un ascenso del flujo migratorio general hacia a España después de una caída a partir de 2011. Así, en los últimos diez años, fue en 2009 cuando se llegó al pico de los 230, y al año siguiente comenzó un descenso paulatino hasta 2015, con 44. Es a partir de ahí cuando comienza de nuevo la subida, con 65 en 2016 y 71 en 2017. Por el momento, no se han registrado incidentes graves ni conflictos serios de convivencia con los jóvenes más allá de algunos relacionados con el orden público, según detallan desde la Junta de Castilla y León, el organismo encargado de prestarles atención.

Sobre todo de África

El 95 por ciento son varones y la mayoría de los menores que llegaron tanto el pasado ejercicio como éste proceden de Marruecos -seis de cada diez-. Muy por detrás se encuentran los procedentes de Ghana y Guinea Conakry, con doce jóvenes este año de cada uno de ellos, y Costa de Marfil, con cuatro. Es África el continente de origen principal de los menores no acompañados en los últimos años. En 2019, 107 de los 109 que han llegado a Castilla y León lo hicieron desde ese continente. Los europeos suponían un grupo numeroso hace una década -76 en 2009-, pero han pasado a cero en este último ejercicio, mientras que de América y Asia no existen prácticamente registros. En los seis primeros meses de este año, sólo dos personas.

Rozan la mayoría de edad. Más de la mitad de los jóvenes atendidos en la Comunidad en los últimos seis meses tienen entre 17 y 18 años, mientras que han crecido los de la franja que va de los 16 a los 17. Han pasado de ser el 26,31 por ciento durante el año pasado a superar el 44 por ciento. Por el momento, no se han registrado personas menores de trece años y los que se encuentran entre esa edad y los catorce han pasado de ser el 9 por ciento a tan sólo el 1,8. Todos ellos son atendidos en los cuatro centros-hogar de la región destinados a este fin en las provincias de Ávila, Burgos, Salamanca y Palencia y en los centros de menores con los que cuenta la región.

Idioma y cultura

Los jóvenes llegan allí una vez que son detectados por la Junta, cuando acuden a alguna asociación, a una comisaría o la Policía los intercepta por las calles. Pasan, entonces, a estar tutelados por la Administración autonómica , ya que todas las autonomías tienen la obligación de hacerse cargo de los menores en situación de desamparo. En lo primero que se trabaja es en que aprendan el idioma, porque la mayoría «no tiene un conocimiento fluido», y la cultura del lugar al que han llegado para que puedan integrarse con normalidad, según explican desde la Junta.

Llegan sin documentación y se debe «iniciar la tramitación» para que dispongan de ella, señalan desde la Consejería de Familia, el organismo encargado de la atención de los menores extranjeros no acompañados. Sus necesidades coinciden con su «fase evolutiva» como adolescentes, pero otras «derivan del proyecto migratorio y su condición de inmigrantes», detallan.

«Lejos de los casos negativos, hay proyectos de vida que salen adelante»

En el centro-hogar de Accem en Ávila atienden a diez menores extranjeros no acompañados. «Llegan con ganas de mejorar su vida y también la de toda su familia», explica Elena Garrido, la responsable del centro. Por eso se implican en aprender el idioma y «en su formación», relata. La atención es «más individualizada» que en las comunidades que están «más saturadas» y se intenta crear un itinerario «a su medida» en función de la edad y la situación administrativa. El objetivo final es que puedan tener una vida «normalizada». Los hay que acuden al instituto cuando llegan o que, directamente, buscan un trabajo. A los 18 años tienen que salir de los centros-hogar, pero existen pisos en los que se les sigue prestando apoyo en función de su situación. Lo que no se ha registrado en Castilla y León, a diferencia de otras comunidades, son «conflictos ni incidentes importantes» más allá de los que «habitualmente se producen entre los jóvenes de su edad», explica. La responsable del centro de Ávila está convencida de que, lejos de los casos negativos, «hay muchos proyectos de vida que salen adelante».

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