Jorge Francés - Ruido blanco

El perro del hortelano

Olmedo Clásico es un ejemplo paradigmático de cómo desaprovechar el incalculable valor de una cita de calidad

Olmedo Clásico, durante su edición de 2020 ABC

La cultura implica esfuerzo, como todo lo que merece la pena. Sucede lo mismo que con las columnas de Ruiz Quintano, que se precia de escribir para lectores curtidos o interesados. Leer necesita denuedo y también deleitarse siguiendo el verso recitado de una obra de Lope de Vega. La cultura supone esfuerzo intelectual, económico e incluso sentimental , porque es un proceso catártico para habitar las emociones. Acercar a los ciudadanos a ese sacrificio cultural no exige solo el reto de programar actividades de interés, si no también ponerlo sencillo para conquistar nuevos públicos y hacer de la cultura ese motor económico y social inventado hace milenios.

El Festival de Teatro Clásico de Olmedo es un ejemplo paradigmático de cómo desaprovechar el incalculable valor de una cita de calidad, consolidada y convertida en uno de los escenarios emblemáticos del teatro clásico en nuestro país.

Olmedo desperdicia esta joya tan difícil de pulir . He asistido un gran número de ediciones y he podido comprobar cómo el municipio da la espalda al festival hasta rozar el desprecio. Los primeros años intentaba cenar en Olmedo por aquello de ayudar a que la cultura impulse la economía local. Era un reto hartamente complicado durante el que llegué a escuchar a varios camareros: «Qué pesadez estos que vienen al teatro y nos desbordan el bar». Así se arruina el futuro. No volví a acudir antes a cenar y ahora llego directamente a la hora de la función. Corrala llena y calles vacías.

Aunque este año lo complicado es entrar en la corrala. Dos días intentando comprar un par de entradas y el sitio web no funciona y el teléfono de venta jamás lo coge nadie. Tras dieciocho llamadas y doce intentos online logré mis dos entradas. Soy tenaz, lo sé, pero este no es el esfuerzo que requiere la cultura. Nadie niega que al mundo rural le falten oportunidades, pero no es menos cierto que conozco un puñado de casos empeñados en esfumar las pocas que tienen a su alcance. No extraña que resuene con frecuencia en la corrala aquello de: «Es del hortelano el perro: ni come ni comer deja, ni está fuera ni está dentro».

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