Ignacio Miranda - Por mi vereda

Con un par de madreñas

La caída hacia el abismo está sirviendo para medir la talla política, humana e intelectual de nuestros gobernantes, en especial la de los alcaldes, pegados en teoría a la cruda realidad de la calle

Vecinos de Burón con madreñas ICAL

IGNACIO MIRANDA

La caída hacia el abismo está sirviendo para medir la talla política, humana e intelectual de nuestros gobernantes, en especial la de los alcaldes, pegados en teoría a la cruda realidad de la calle. Dentro de la desgracia, Madrid tiene suerte con un regidor que sobresale. Por sentido del deber, vocación de servicio público, liderazgo, espíritu constructivo y entrega, José Luis Martínez Almeida cuenta con el reconocimiento unánime por su buen hacer. Ya lo vimos cuando lideró la oposición, como martillo que denunciaba las incoherencias del yunque de Manuela Carmena. Iba por todos los barrios y hablaba con naturalidad con los vecinos, algo que le da pánico a unos cuantos en su partido. Es decir, un tipo que trasmite solvencia y confianza. Algo raro en un PP tan vacío de alcaldes con tirón capaces de dejar la moqueta del despacho y remangarse ante los problemas del ciudadano.

Luego existen perfiles bienqueda como el de Óscar Puente, que ya sea por pensamiento, palabra, obra u omisión, no se halla en absoluto a la altura de las circunstancias. Confunde propaganda con información. Sobrelleva fatal la crítica. Prima la obediencia debida a las consignas de Pedro Sánchez sobre la sensibilidad que debe tener un alcalde en la encrucijada más compleja de nuestra historia reciente ante la terrible crisis de salud pública, agravada por la ineptitud del inquilino de la Moncloa y las eminencias que le rodean. Sean epidemiólogos –ojo con los científicos capaces de negar la evidencia– o generales recién ascendidos. Pero Puente es un afortunado que enfrente no tiene a nadie, por ese concepto de oposición balneario, de elegancia seguidista, acuñado por Del Olmo, Pica y cía desde hace casi un año en Valladolid.

No menos interés despiertan esos ediles del medio rural apegados a las costumbres, preocupados por animar a la población ante el desgaste psicológico del confinamiento mediante el oportuno bando, y buscar soluciones sencillas para asegurar la movilidad pedestre de los vecinos. Es el caso de Porfirio Díez, alcalde de la localidad leonesa de Burón, junto a Picos de Europa y colindante con el embalse de Riaño, que pide a los poco más de trescientos censados el uso de madreñas para evitar la propagación de la pandemia. Por el hábito de dejarlas a la puerta de casa. No hay ningún infectado en el municipio, pero todo son ventajas con tan tradicional calzado de madera usado para andar por caminos, cuadras, huertas y prados, al proteger de la humedad. Socorridas incluso para la nieve. De manera que el saber de las gentes del campo y su proverbial sentido práctico redescubre la utilidad preventiva de la albarcas. Con un par.

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