Figurines de Dalí para Tenorio
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Fortuna de Don Juan Tenorio

«Don Juan Tenorio en el XIX llenaba teatros, y Zorrilla, enfadado consigo mismo, escribe una zarzuela paródica en la que ataca su propia obra»

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Para el lector resultan conocidos los antecedentes sobre el encargo de este drama a Zorrilla por el actor Carlos Latorre y la urgencia para escribirlo por el dramaturgo, en tres semanas, cuestión puesta en duda por algunos estudiosos. El estreno tuvo lugar el 28 de marzo de 1844 y al protagonista le acompañó Bárbara Lamadrid en Doña Inés. La crítica elogió el ritmo interno de la obra, el tempo vivaz y las sorprendentes escenografías de los siete cuadros. El público fue más frío y la obra estuvo escasos días en una cartelera que se cambiaba en función del gusto de los espectadores.

Hay constancia de solo treinta representaciones entre el estreno y 1849. Zorrilla le vendió los derechos al actor Pedro Delgado que la repone en 1860 con un éxito total, que se ha extendido durante algo más de un siglo, pues no faltaba a la cita del Día de Difuntos.

A rebufo del Tenorio, en el último tercio del siglo XIX se estrenan más de 25 obras de imitación o parodia

El éxito de don Juan y la pervivencia en la memoria colectiva se atribuye, entre otros, a los siguientes factores: el tratamiento del mito (conflicto entre un vividor y una inocente; y la salvación por el amor); la rapidez en los cambios en los personajes y situaciones; la espectacularidad de algunas escenas; la cuidada e inteligente estructura dramática, etcétera.

Don Juan Tenorio en el XIX llenaba teatros, y Zorrilla, enfadado consigo mismo, escribe una zarzuela paródica en la que ataca su propia obra. No la desprestigió y, todo hay que decirlo, la zarzuela no tiene demasiado interés musical. La otra cara de la moneda, al rebufo del Tenorio en el último tercio del XIX se estrenan más de 25 obras que imitaban o parodiaban el original.

Luis Escobar, director del Teatro Nacional, invitó a Dalí a realizar los figurines y telones

En el siglo XX sigue llenando los teatros y Luis Escobar, primer director del Teatro Nacional después de la guerra civil, invita a Salvador Dalí a realizar los figurines y los telones para la cita del Tenorio con el público de 1949. Se estrena (director, Escobar, Luis Prendes y Elvira Noriega) y, cuando se quiere reponer, un año después, todo el material de Dalí ha desaparecido. El pintor rehace su trabajo y Escobar la repone con Enrique Diosdado y Carmen Díaz de Mendoza.

En 1964 se vuelve a la misma decoración de Dalí y se estrena en el teatro Español precedido de unas palabras del pintor, como siempre polémicas. Repite Escobar en la dirección con Guillermo Marín y «Conchita» Velasco. La cuarta relación del Tenorio con el pintor ampurdanés se produce en 2003: con muchos bocetos desaparecidos, Pedro Moreno en vestuario y Sigfrido Burmann en escenografía realizan junto al director, Fernández Montesinos, una ímproba labor de investigación apoyándose en una cinta de NODO, en fotografías y láminas del Museo Nacional de Teatro. Pep Munné y Yolanda Ulloa, los protagonistas.

Este último montaje se encuadraba en una colaboración entre el teatro Calderón de Valladolid y el INAEM para hacer cinco Tenorios consecutivos; se estrenaron cuatro, dirigidos por Vasco, Scaparro, Zurro y Montesinos. El Tenorio se sigue haciendo, ahora en la Gran Vía de Madrid hay un musical del Tenorio, y Nieva tenía encima de la mesa, según cuenta Pérez de la Fuente, montar un Don Juan donde el protagonista seducía a don Luis.

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