Educación

Escolapios de Soria: una imagen vale más que mil palabras

La realidad virtual y la aumentada sirven a este centro soriano para darle un plus de motivación a sus estudiantes

Los estudiantes aprenden de otra forma materias como las ciencias o la Historia

C. R.

Los alumnos de Primer Curso de Educación Secundaria del Colegio Escolapios Soria acuden a clase cada día como cualquiera de los chicos de su edad, pero no sólo caminan por los pasillos de su colegio o se sientan en sus pupitres, sino que pueden adentrarse en la tumba de Tutankamón o pasear por la Acrópolis de Atenas. Este viaje al pasado y a miles de kilómetros de distancia lo realizan gracias a que en este centro cuentan ya con clases en las que se usa la realidad aumentada y la realidad virtual.

Elegido como el primer centro educativo de Castilla y León y uno de los pocos de España que forma parte de la red mundial de Escuelas Referentes «Google for Education», este colegio concertado soriano lleva diez años apostando por un cambio metodológico que se adentra en las posibilidades que la tecnología ofrece, pero también en otras formas de enseñar y aprender mediante el trabajo por proyectos, colaborativo, mediante la gamificación o el «scape room». Esto le ha llevado a ser un centro referente, por sus resultados, a la altura de los sistemas educativos más alabados, como el finlandés.

Los alumnos de Escolapios Soria usan ya gafas de realidad virtual para aprender

Uno de los docentes de este centro es Fernando Boillos, profesor de Ciencias Sociales, Geografía e Historia, que ahora aplica lo que no muchos centros utilizan en sus aulas, la realidad virtual. Con un cubo (Mergecube) consigue que sus alumnos se fascinen por los modelos en tres dimensiones que les muestran el cuerpo humano, los movimientos de traslación y rotación de la Tierra o cualquier otra materia que vean en sus clases, gracias a hologramas y a un cubo ligado a aplicaciones que pueden tener en su teléfono. Apenas cuesta 30 euros y es la realidad aumentada. Sin embargo, ahora va más allá y este año ya ha usado en el aula las gafas que permiten a los estudiantes adentrarse en la realidad virtual para aprender más de las materias que ven en clase. Se trata de una experiencia «más inmersiva» para los alumnos, dice Boillos.

«La realidad virtual aún no ha explotado en la educación, pero se espera que en los próximos años lo haga», comenta Boillos, que empezó a interesarse por este tema tras visitar un congreso tecnológico en Valencia. Su empeño por buscar alternativas en el proceso de aprendizaje, le lleva a que después de cada tema que ven en clase, haga una sesión con las gafas que refuerza lo aprendido. De momento no disponen de unas para cada alumno y deben proyectar en una pantalla lo que se ve en ellas, pero esperan que el curso que viene cuenten con un Aula de 24 o 25 dispositivos.

Las gafas de realidad virtual les permite entrar en la tumba de Tutankamón o pasear por el Acrópolis

Reconoce que la limitación puede ser el coste de estas gafas (unas «Oculus go» como las que él usa superan los 200 euros) y que «no todos los centros se lo puedan permitir», además que aún «no encontramos gran cantidad de aplicaciones orientadas a la educación y para los diferentes niveles educativos». Eso sí, permiten su uso sin depender de otro dispositivo o hardware, lo que aporta autonomía.

Boillos afirma que «nosotros lo hacemos porque tratamos de buscar lo mejor para los chicos y el colegio está en esta línea de innovación metodológica», que en todo caso, es «un complemento» a las clases que él imparte, porque no se olvida la clase magistral: «Como docentes debemos ofrecer una serie de herramientas y posibilidades a los alumnos y si todo el día hacemos esto con la realidad virtual, los alumnos también se aburrirían».

Un mundo que aún no existe

Fernando Boillos también comenta que han tenido que explicar a las familias este cambio metodológico, que no sólo consiste en juego y que no se pierde rigor, sino que tiene en cuenta que «el mundo ha cambiado y que cuando mis alumnos de Primero de Secundaria acaben sus estudios tendrán trabajos que no existen hoy y hay que conseguir que tengan esas destrezas, habilidades y competencias que son las ‘soft skills’, o competencias blandas», que suponen la resiliencia, el trabajo en equipo, la comunicación oral, etc., que les ayuden a conseguir un trabajo -las «competencias duras» serían los estudios que les aportan conocimientos de cada materia-.

Para este docente, es «muy enriquecedor» ver los progresos de sus estudiantes, pero también conseguir que «sean competentes en la cultura audiovisual y sean críticos» porque «la tecnología se puede usar para hacer bullying o para luchar contra el bullying».

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