La enfermera que «fisgó» en el historial de una compañera alega que lo hizo porque la temía

Señala que lo hizo para informarse «tan sólo del domicilio y las edades de sus vástagos» de la denunciante, con quien se había enfrentado hace años

EP

ABC

«¡Pido perdón, sé que estaba prohibido, pero me encontraba obsesionada y muy preocupada tras conocer que ella volvía al Centro de Salud de Serrada donde yo trabajaba y en el que doce años antes habíamos tenido un enfrentamiento!». Es la explicación que la enfermera Carmen B.A. ha dado respecto de por qué fisgó en febrero de 2016 los historiales clínicos de su excompañera María Pilar E.A. y de sus dos hijos para informarse «tan sólo del domicilio de la primera y de las edades de sus vástagos».

La mera «curiosidad» esgrimida por la encausada, que incluso ha pedido «perdón» públicamente a los denunciantes, no han servido de nada por cuanto el fiscal, durante el juicio visto este jueves para sentencia en la Audiencia de Valladolid, ha mantenido invariable su petición de tres años y medio de cárcel para ella por delito de descubrimiento y revelación de secretos y la acusación particular ha incluso elevado su solicitud de tres a cuatro años de privación de libertad al entender que se trata de un delito continuado.

A mayores, las acusaciones pública y particular han solicitado la inhabilitación de la enfermera para el ejercicio de la profesión por espacio de seis años y medio y ocho años, respectivamente, y el pago, por el mismo orden, de 6.600 euros de multa y 60.000 euros de responsabilidad civil--50.000 para la madre y 5.000 para cada uno de sus dos hijos--, cuantía esta última que el letrado de los denunciantes ha justificado en el profundo trastorno ocasionado a la familia afectada, hasta el punto de que María Pilar se encuentra sometida actualmente a tratamiento psicológico.

Durante su declaración, la acusada, Carmen B.A, ha reconocido haber accedido ilegalmente a través del programa 'Medoracyl' a los historiales clínicos de su excompañera y los hijos de ésta, Elvira e Ignacio, en el primer caso el día 18 de febrero de 2016 y en el de sus vástagos el día 23 del mismo mes, desde su puesto como enfermera en el Centro de Salud de Serrada y a sabiendas, como así también ha confesado, de que no podía hacerlo por cuanto le había saltado en las tres ocasiones el aviso de prohibición en su ordenador.

«Obsesionada»

Sin embargo, acababa de conocer que la también enfermera María Pilar E.A, antigua compañera en este mismo centro de salud con la que en 2004 había tenido sus más y sus menos, regresaba a su plaza en Serrada y esa noticia se convirtió para ella en una «obsesión», pues se temió que aquella etapa ya olvidada pudiera volver a reproducirse.

«Habíamos estado tranquilos desde entonces y ahora Pilar volvía, por lo que inconscientemente me metí en su historial clínico pero con el único fin de conocer los datos de su domicilio actual, ya que desde hacía doce años no la había vuelto a ver, sin que en momento alguno accediera a sus datos médicos ni utilizara la información para hacerla daño», ha insistido la encausada, quien, en declaraciones recogidas por Europa Press, ha añadido que no pensó que con ello estuviera incurriendo en un delito.

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