Periodistas y vecinos de Burgos se concentran en repulsa del crimen
Periodistas y vecinos de Burgos se concentran en repulsa del crimen - R. O.
Violencia de género

«Cualquier día me puede pasar a mí»

La periodista asesinada en Burgos y su expareja, el autor del crimen, se tenían que haber visto las caras en el juzgado por las visitas a su hija, que no quería estar con el padre, un día después del trágico suceso

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Burgos despertó ayer con la trágica noticia de la última víctima de violencia de género, Yolanda Pascual, periodista madrileña afincada en Burgos, que murió apuñalada por su ex marido, I.G.G de 62 años, que fue detenido en el lugar de los hechos y contra el que no existían denuncias previas. Cientos de burgaleses se concentraron en la Plaza Mayor para condenar la violencia machista y mostrar su apoyo y cariño, especialmente, a la hija de 17 años que tenía en común con su verdugo y que por la cual ayer ambos debían verse las caras en el Juzgado de Familia de Burgos, que tenía señalada una vista para una posible modificación del régimen de visitas.

Todo ocurrió minutos antes de las 12 de la noche del miércoles cuando Yolanda Pascual regresaba a casa tras su jornada laboral en el periódico El Correo de Burgos-El Mundo en el que trabajaba.

En el garaje de su domicilio, un edificio de viviendas en el Parque de Europa, le estaba esperando su ex pareja. Un vecino del edificio escuchó sus gritos y avisó al 112. Según su relato de los hechos, había una mujer tendida en el suelo gritando y un hombre le estaba agrediendo con un arma blanca.

Efectivos de la Policía Nacional y Local se desplazaron hasta el citado garaje donde, según explicó ayer el subdelegado del Gobierno en Burgos, José María Arribas, el hombre fue detenido «in situ sin ofrecer resistencia». El presunto agresor pasó todo el día en dependencias de la policía antes de pasar a disposición judicial. Al parecer, el detenido habría confesado los hechos a la policía.

La pareja estaba separada desde hace cuatro años y Yolanda Pascual seguía viviendo en el que fue el domicilio familiar con su hija de 17 años. Muchos de sus vecinos se vieron sobresaltados por la llegada de los coches de policía y ambulancia a medianoche pero otros se enteraron, ya por la mañana, a través de los medios de comunicación. Todos recibieron consternados y sin dar crédito la noticia del brutal asesinato.

Madrileña de nacimiento, Yolanda Pascual llevaba en la capital burgalesa como periodista desde hace 17 años y estuvo en El Correo de Burgos-El Mundo desde sus orígenes, donde era jefa de sección. Profesional, muy trabajadora y minuciosa, así la recordaban ayer sus compañeros e incluso su jefe, Ricardo García Ureta, apuntaba que, por esas cualidades «descargábamos en ella muchas tareas y marrones».

La redacción, que se concentró por la tarde a las puertas del periódico para rendir homenaje a Yolanda, se encontraba ayer intentando «asimilar» lo ocurrido a nivel personal, por el asesinato de una amiga, y profesional, por tener que informar de un nuevo caso de violencia de género tan cercano.

«Maltrato silencioso»

En este sentido, García Ureta recordó que, cuando se producían este tipo de noticias, Yolanda afirmó en alguna ocasión que «cualquier día me puede pasar a mí». Reconoció que lo podía decir más o menos en broma pero, en su opinión, era su manera de manifestar sus temores. «Ella nunca denunció maltrato, porque no era ese maltrato físico tan visible, sino un maltrato más silencioso y menos evidente», apuntó el director del periódico, quien señaló que ella estaba preocupada, sobre todo, por su hija pero «era una persona fuerte que asumía lo que había con tal que ella estuviese a salvo».

Ricardo García Ureta explicó que esa preocupación le había llevado, cuatro años atrás, a poner fin a una relación en la que su ex pareja y presunto asesino «nunca le puso la mano encima» pero había «esa otra violencia que no deja marcas y golpes, sino silenciada, psicológica, de día a día que hace más daño».

Yolanda Rueda puso fin a la relación e intentó poner toda la distancia posible con su hija y parecía que lo había conseguido. Según sus allegados, en los últimos tiempos el agresor «se había relajado» y ellas estaban «más serenas» pero todo acabó a puñaladas en el garaje minutos antes de la media noche después del cierre del periódico, tras haber firmado, sin saberlo, su última crónica.

El ex marido, I. G. G. pasará a disposición judicial una vez concluya la investigación policial. El Juzgado tomará declaración entonces al detenido y decidirá sobre su situación personal, según informaron desde el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León.

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