Fernando Conde - Al pairo

Confundir al enemigo

«El PP de Casado sigue en la lona después del croché de izquierdas y el gancho de derechas que le ha propinado el domingo electoral.»

Casado, durante un reciente acto en Valladolid ICAL

Suele ser un mecanismo muy maternal el de advertir de la lluvia después de la tormenta. Cuántas veces habremos oído eso de «¡ay!, si me hubieras hecho caso…» . Entonces, uno trata de recordar en qué momento le previnieron, pero rara vez consigue situar el aviso en su memoria. En esta España de «manoletes» a toro pasado, consejos como éste abundan cuando las vacas mueren de inanición. Y como al burro, después de muerto, la cebada al rabo. España es un país en el que, tras una derrota, todo el mundo sabía lo que había o no había que hacer. Aquí la victoria suele tener muchos padres, pero el fracaso siempre es huérfano, de padre y madre . Y al PP, en estas elecciones, le ha pasado eso, que entre todos lo mataron y él solito se murió.

El PP de Casado sigue en la lona después del croché de izquierdas y el gancho de derechas que le ha propinado el domingo electoral. Como un zombi, deambula por el cuadrilátero sin saber si tiene que soltar la mano o protegerse la cara. Tambaleándose, tras la soberana paliza recibida, ha visto cómo desde su esquina le tiran la toalla y se la esconden a la vez. Ahora todo quisque, especialmente los propios, le dicen cómo tenía que haber peleado. Pero son los mismos que hace una semana le animaban con fervor, veían con buenos ojos su estrategia de combate y pronosticaban una victoria a los puntos. Pero tras la derrota, los únicos que están acertando en ese partido son quienes permanecen en silencio, tratando de asimilar el varapalo y aceptando que nadie, salvo Tezanos , supo ver la tormenta perfecta que habían ido sembrando.

El espectáculo -dantesco- sin embargo no puede continuar. El Partido Popular debería dejar aparcada la -ahora- heterogénea variedad de opiniones , y pensar que en muchos hogares españoles aún hay gente que cree en ellos y que está dispuesta a apoyarles el 26M, aunque el barco esté seriamente tocado y las ratas hayan empezado a abandonarlo en algunos casos, o a roerle las duelas para hacerse una balsa de salvamento -a la espera de otro barco con mejores prestaciones- en otros.

Es difícil que Pablo Casado sobreviva al tsunami, pero si lo hace, debería llevar bien anotada la matrícula de quienes ahora le pasan facturas que en su mayor parte tienen acreedores pretéritos (corrupción, soberbia, inacción, blandenguerismo…). Pero lo que no debe hacer, en ningún caso, es equivocar al enemigo . Sus enemigos siguen siendo los de siempre, el PSOE y la extrema izquierda , por más que sienta que la división tripartida del centro-derecha ha laminado a su partido. Si no equivoca al enemigo, quizá pueda aún enderezar el rumbo de su partido y, de paso, salvar el timón.

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