Culto entre cuatro paredes
Tras casi 16 años cerrada al culto, los feligreses de Ontígola podrán regresar a la iglesia de la Concepción para celebrar las liturgias. Por delante aún quedan 21 meses de trabajo
Cada día, al término de la celebración eucarística, el párroco de la localidad toledana de Ontígola cierra la verja y echa la llave a la peculiar iglesia. No tiene grandes y altos techos de escayola ni un portón de madera. La parroquia de este municipio de la comarca de la Mesa de Ocaña, de unos 4.000 habitantes, tan solo cuenta con una cruz en la fachada. Este símbolo es que el que anuncia que se trata de un lugar de culto, donde Luis Miguel Triviño oficia actos litúrgicos.
El edificio de la parroquia de la Purísima Concepción está cerrado al culto desde hace casi 16 años, por lo que la liturgia se ha trasladado a dos ubicaciones este tiempo. Durante ocho años, un local comercial cedido por una familia albergó las celebraciones de la misa. Luego, en 2012, el Ayuntamiento cedió una nave -anteriormente taller mecánico- para celebrar los actos litúrgicos.
Aunque sin apariencia exterior de lugar de sagrado, este recinto está totalmente acondicionado por dentro. Cuenta con un altar de obra, varias imágenes de santos, entre ellas la de la Virgen del Rosario, e incluso los feligreses pueden seguir la eucarística sentados en bancos de madera dentro de un templo con capacidad para un centenar de personas.
El lugar se cerró al culto en 2004 por «motivos de seguridad» ante el peligro de derrumbamiento . «Los cimientos estaban en pésimas condiciones, por lo que la estructura del edificio se había desplazado y había una fisura importante. Los tejados también estaban muy mal», recuerda Triviño.
El área de Patrimonio de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha exigió la conservación de la torre, la fachada y el lateral izquierdo del templo, mientras que el resto de la edificación se derribó. «Es una obra muy peculiar porque se alternan los trabajos de rehabilitación con una obra nueva», afirma el religioso.
Esta iglesia, que fue declarada en estado ruinoso, no se restaura desde el año 1700, precisamente cuando se creó el cementerio que se encuentra en su parte inferior.
Con la obra nueva, el subterráneo (que no tiene cimentación) se destinará a albergar los nuevos salones parroquiales para impartir catequesis o como centro de reuniones.
Las tareas están presupuestadas en 1,8 millones de euros. El Arzobispado sufragará la mayor parte del coste, mientras que los vecinos aportarán el resto con donaciones. Las obras, que serán ejecutadas por la empresa Padisa, de Los Yébenes, se iniciaron hace unos días, tras recibir el Arzobispado la licencia de obras, un permiso que se ha demorado varios años.
El acto simbólico para colocar la primera piedra estuvo presidido por el administrador apostólico de Toledo, Braulio Rodríguez, acompañado del párroco y el vicario episcopal de La Mancha, Emilio Palomo, junto con otros sacerdotes y los miembros de la corporación municipal de Ontígola.
Recuperar la identidad
El cura reconoce que el inicio de estas obras es «algo histórico», con lo que se « recuperará parte de la identidad del pueblo ». Triviño recuerda que los vecinos han vivido momentos muy importantes de su vida: «Matrimonios, bautizos, defunciones,... y recuperar eso es también recuperar parte de la identidad del pueblo, a parte del uso que tiene como parroquia».
Por delante quedan aún veintiún meses de duro trabajo y de ansiada espera hasta que los feligreses puedan volver de nuevo a su templo y oír el tañir de las campanas.
