Superman Corroto

Un bombero del Consorcio de Toledo finaliza 22º en el Ironman de Lanzarote, el más duro del mundo

Javier Corroto el sábado en Lanzarote ABC
Juan Antonio Pérez

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A finales de los años 70, John Collins, oficial de la Marina estadounidense, su esposa Judy y varios amigos no se ponían de acuerdo sobre quiénes eran los deportistas más fuertes del mundo.

—Quizá los nadadores.

—Pero, ¿por qué no los ciclistas?

—¿O más bien son los atletas?

El caso es que estaban en Hawái y el matrimonio Collins propuso salir de dudas. Allí, en el territorio más exótico del gigante yanqui, había tres pruebas principales: la Waikiki Roughwater Swim (3,8 kilómetros nadando), el Around Oahu Bike Race (180 kilómetros en bicicleta) y la maratón de Honolulu (42 kilómetros y 195 metros corriendo).

—Ya está. ¿Por qué elegir una cuando se pueden combinar las tres?

Y así fue como nació el Ironman , un triatlón a lo bestia. El primero se celebró el 18 de febrero 1978, participaron 15 valientes y terminaron 12. Ganó Gordon Haller y John Collins fue noveno. Rápidamente, la idea se extendió por todo el mundo.

El pasado sábado, a las siete en punto de la mañana, el toledano Javier Corroto, de 37 años, se encontraba en la Playa Grande de Puerto del Carmen dispuesto a comenzar el XXVIII Ironman de Lanzarote, probablemente el más duro del mundo. Por su desnivel de 3.000 metros, por el viento, por la humedad y por el calor. «El viento, cuando vas en la bicicleta, es impresionante; una locura», precisa Corroto a ABC, sabiendo de lo que habla.

1.650 participantes

Para ser el primer Ironman en el que participaba, Corroto tuvo un resultado extraordinario. En la salida había 1.650 inscritos y a meta llegaron 1.349. Él fue 22º en la clasificación general, cuarto entre los españoles y quinto en su categoría (de entre 35 y 39 años), pero no logró una plaza para el campeonato mundial que se celebrará en Hawái el 12 de octubre.

El cronómetro lo paró en 9 horas, 45 minutos y 33 segundos (empleó 57 minutos y 50 segundos en la natación; 5 horas, 35 minutos y 3 segundos en la bicicleta; y 3 horas, 6 minutos y 12 segundos en la carrera a pie). El ganador fue el belga Frederik Van Lierde , con un tiempo de 8 horas, 51 minutos y 16 segundos.

«Lo más duro fue engañar a la mente. En los últimos kilómetros de la maratón quería pararme, miraba el mar, quería meterme en él... pero físicamente iba bien», cuenta. Y añade que, al cruzar la meta, «quería vender la bicicleta». Luego, conforme fueron pasando las horas, «ya solo pensaba en recuperarme para volver a entrenar».

Corroto es bombero en el parque de Santa Olalla, perteneciente al Consorcio Provincial de Bomberos de Toledo. Hasta los 31 años jugó al fútbol sala en Menasalbas, pero una lesión en el pubis lo retiró. Entonces se compró una bicicleta de montaña y después una de carrera. Probó en el duatlón (combina ciclismo y atletismo) y se vio bien; probó en el triatlón, y le gustó; se fue viniendo arriba y acabó en un avión rumbo a Lanzarote.

«Para preparar un ironman se necesita muchísimo tiempo; casi una dedicación absoluta», asegura. Unos días después del tremendo esfuerzo realizado (en 10 horas perdió «unos 5 ó 6 kilos»), dice encontrarse «normal». De hecho, quería participar en el Ironman de Vitoria el 14 de julio, «pero mi entrenador, Domingo Jesús Ramos, me ha dicho que me olvide». Así que tendrá que esperar a septiembre, cuando, seguramente, compita en Italia.

Quizá dentro de un tiempo, Javier Corroto viajará a Hawái, se encontrará con John y Judy Collins, y entonces les dirá que los deportistas más fuertes del mundo son... los bomberos.

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