Un centenar de alumnos del seminario de Toledo regresan a sus lugares de origen

Siguen estudiando de forma telemática y llevan una vida de «seminario en familia» desde sus casas, asegura el rector, José María Anaya

La crisis sanitaria del coronavirus en directo

Alumnos del seminario de Toledo en una imagen de 2014 L. R.

EFE

Cerca de un centenar de seminaristas que reciben su formación en Toledo se han visto obligados a regresar a sus lugares de origen como consecuencia de la pandemia del coronavirus. Todos los alumnos (a excepción de cinco: cuatro africanos y uno de Perú) se marharon a sus respectivas casas al día siguiente de que se decretara el cierre de los centros educativos en Castilla-La Mancha, es decir, el sábado.

En total, son 51 estudiantes del seminario mayor y 48 del menor los que han regresado a sus domicilios. Además, otros cinco jóvenes y una docena de sacerdotes se han quedado en Toledo, según explica José María Anaya Higuera, rector del seminario mayor, José María Anaya Higuera.

La actividad «no se ha interrumpido», ya que «nosotros estamos aquí, atendiendo telemáticamente para que sigan estudiando» y llevan lo que han denominado una vida de «seminario en familia» desde sus casas. Allí realizan las tareas que les han encargado sus profesores, de las que deben dar cuenta semanalmente, por lo que Anaya incide en que «no están de vacaciones» . «Tenemos comunicación frecuente y todos están intentando llevarlo lo mejor posible, aprovechando el tiempo y con buen ánimo. Pero, como es lógico, estamos cumpliendo todo lo que se nos ha pedido», añade.

El rector cuenta que también en el seminario se han adaptado a un horario, en este caso marcado por la oración y el estudio, aunque «un poco más flexible» porque ahora el tiempo dedicado al descanso «es mayor». Por las mañanas toca oración y misa, siempre guardando las distancias y sentándose cada dos bancos. A partir de las 9:30 horas, después del desayuno, tienen tiempo de estudio y una hora de trabajo en tareas de administración y colocación de libros en la biblioteca. Ya por la tarde se dedica otro rato al estudio y, antes de la cena, se juntan de nuevo para rezar «cumpliendo las medidas de precaución».

Por otro lado, el personal contratado se ha reducido «a lo mínimo» y no hay problemas de avituallamiento: todos están «bien atendidos» y «no ha habido necesidad de salir a la calle». Anaya cree que en estos días la oración es «fundamental», ya que «la fe nos sostiene en estas dificultades».

Por último, el rector piensa en los alumnos africanos del seminario, que proceden «de los países más pobres del mundo, como la República Democrática del Congo y Burundi». «Esto, que para nosotros es una crisis catastrófica, para ellos es algo habitual desde hace mucho tiempo», pues han pasado por otras crisis como la del ébola, guerras, hambre y persecuciones políticas, dice Anaya.

África tiene «unas carencias enormes», por lo que cuando el rector mira a estos alumnos, piensa que hay lugares en los que están «peor que nosotros» y eso le ayuda a «relativizar el drama que estamos pasando». «Allí es lo habitual, cualquier enfermedad es muerte porque no hay servicios médicos en casi ningún sitio ni agua corriente en las casas», recuerda Anaya, quien confía en que esta situación ayude a la sociedad a «salir fortalecidos moralmente» y a «vivir más humanamente» y con «más ayuda unos a otros».

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