Atraca dos farmacias en menos de 24 horas en el Casco y Santa Bárbara

La Policía investiga si un mismo individuo es el autor del atraco a dos farmacias de Toledo en menos de 24 horas. En ambos robos con violencia, perpetrados a punta de navaja, el delincuente vestía una sudadera con la capucha tapándole su cabeza. Sin embargo, en uno de los atracos el autor ocultaba sus ojos con unas gafas de sol oscuras y, en el otro, una braga le tapaba la cara hasta la nariz.

El primer atraco ocurrió el sabado sobre las 17.30 horas. Un individuo «de apariencia normal» entró tranquilamente en la farmacia de la calle de La Plata, en pleno Casco Histórico. Vestía una sudadera con la capucha tapando su cabeza y unas gafas de sol. El ladrón entró cuando no había clientes dentro de la botica.

La única persona en su interior era la farmacéutica, a la que el individuo amenazó exhibiendo una navaja y le conminó a que le diera todo el dinero de la caja registradora.

La víctima, dueña del negocio, entregó la recaudación al varón, de unos 30 años. «No sé cuánto dinero se llevó, tenemos que echar cuentas; aparte del dinero, no quiso nada más», cuenta a ABC la farmacéutica, de la que el ladrón se despidió dándole las gracias.

«En ese momento me quedé bloqueada, no sabía cómo reaccionar, así que le di todo el dinero que había en la caja y se marchó tranquilamente. ¡Te llevas un gran susto!», relata la boticaria, que ha sufrido su primer robo como propietaria. Esta botica, que estaba de guardia, se encuentra al lado del edificio de la Subdelegación del Gobierno en Toledo, cerrada al público en el momento del suceso por ser sábado.

Pero este atraco, grabado en el circuito interno de televisión del negocio, no fue el único que ocurrió durante el fin de semana. Al día siguiente, en el barrio de Santa Bárbara, a casi tres kilómetros de distancia de la botica de la calle de La Plata, un individuo irrumpió en la farmacia situada en el número 82 del paseo de la Rosa. Eran las 15.30 horas del domingo cuando el ladrón, tapado con una braga hasta la nariz y cubriéndose la cabeza con la capucha de su sudadera, exigía el dinero de la caja registradora mientras mostraba una navaja. La única empleada que había entregó la recaudación.