ARTES&LETRAS CASTILLA-LA MANCHA

Viaje a La Sagra

Arte, literatura, patrimonio...un paseo por la mítica antesala de Toledo

«País de fantasía por debajo de su ruda y monótona impresión de páramo desolado« UN DRON EN LA MOCHILA

POR ANTONIO LÁZARO

«Qué difícil es mirar y no hay una escuela que lo enseñe»

Peter Handke

1. CERVANTES, EL GRECO Y UN PINTOR ACTUAL DE LOMINCHAR

La atravesamos una y otra vez, por autovía, por autopista, por ferrocarril convencional, por ave, y se sobrevuela en helicóptero, ultraligero, avioneta o avión. Divisamos al paso pueblos, urbanizaciones, bloques, fábricas, polígonos, cementeras, yeserías, tejares abandonados, desguaces. En primavera, los campos se tiñen de rojo por los ababoles y las lindes de los caminos se orlan del blanco opio. Una llanura que es como una antesala de La Mancha pero que funciona básicamente como dormitorio o recibidor sur de Madrid . Pocas personas se paran a pensar en todo el trasiego de arte y cultura que la surcó y en la impronta tan importante, patrimonial y paisajística, que todavía atesora. Y que hay que aprender a mirar y a valorar.

Dos hitos: Cervantes y El Greco. Esquivias, la villa en que se casó el alcalaíno , donde sin duda desarrolló y perfiló la más grande aventura humana jamás concebida y contada. Una comarca que surcó infinidad de veces en sus viajes a la Corte y en sus largas y recurrentes escapadas al Sur, pues era el eje del camino real de la Plata o de Sevilla: Madrid-Illescas-Toledo-Ciudad Real-Almodóvar-Sierra Morena (por el valle de Alcudia)-Córdoba-Écija-Sevilla. ¡Cuánta gran literatura áurea generó esa ruta , en el propio Quijote (en su primera parte) pero también en toda la comedia del siglo de Oro y en el género picaresco, en especial el tramo de Madrid a Toledo: el de la Sagra!

Caminos de la Sagra

En Esquivias, el busto del gran Astrana Marín (máximo biógrafo de Cervantes y también de Shakespeare), la sobria escultura a Miguel de Ávalos, el callejero dedicado a los personajes del Quijote, la Casa de la familia política del escritor, el busto de su esposa Catalina… Todo un pueblo consagrado a Cervantes.

Y del Greco, qué decir: este fue el territorio que recorrió en su forzado o elegido exilio del Escorial y de la Corte . Aquí, en el Espacio Greco del Hospital de la Caridad de Illescas, fue donde desplegó una de sus obras maestras, para algunos su testamento artístico. Toledo, su meta griálica: la gran joya que corona la Sagra.

A mí me interesó La Sagra ya desde el punto y hora en que me trasladé a Toledo, a mediados de los años 80. Cuando residí un tiempo en Las Perdices (Bargas), vagabundeaba por los olivares y, atravesándolos, en alguna ocasión, llegué campo a través hasta Toledo , donde Buenavista era por entonces laderas de olivo igualmente y empezaban a alzarse las primeras grúas. En Olías, del Rey ya que allí pernoctaban sus majestades para entrar restaurados al día siguiente en Toledo, se recogían las mejores ciruelas del mundo , ahora no me acuerdo muy bien si verdes o azules, quizá verdeazuladas. Una tarde me puse romancero y le dediqué uno a una bella joven con la que me crucé en mi rimbaldiana deriva por uno de esos caminos, en que sus ojos eran del color de las ciruelas: «Niña morena de Olías…».

Antonio Lázaro recorriendo La Sagra con el pintor Juan Manuel Prieto

Nunca he dejado de buscar claves, huellas y referencias literarias en La Sagra. Así, León Felipe, uno de los poetas de mi más alta afección. Estuvo un verano como farmacéutico sustituto en Villaluenga de la Sagra . Todavía no había nacido León Felipe, todavía firmaba León de Camino (qué gran nombre para un poeta errabundo como Rimbaud y como Cervantes: personalmente, no me lo hubiera cambiado). Y compuso allí este sencillo y maravilloso poema: «También en este pueblo hay un castillo;/un viejo castillo que tuvo una torre altiva,/torre que ahora se derrumba/piedra a piedra, día tras día./Todas las tardes vengo a este castillo/y a la sombra de la torre, en una almena abatida,/me siento…/Y dejo a mis ojos libres/perderse en la perspectiva/de un paisaje/que tiene olivos y viñas/y a lo lejos/la silueta violácea de una serranía./Y dejo libre a mi alma/que sueña y que medita/por este santo paisaje/que recuerda los paisajes de la Biblia/y tiene cielos bermejos,/con aromas fuertes de leyendas místicas…

En este castillo de Villaluenga, que cantó León de Camino y que ya no existe, sobre el cerro del Águila, gran referencia paisajística de la Sagra , como un dinosaurio petrificado en medio del llano , dirigió Garcilaso el cerco imperial de Toledo , en una de esas luchas fratricidas tan españolas en que sus hermanos combatían en el bando opuesto, el comunero. El marquesado del Águila lo creó Felipe IV. Hay un olivar al abrigo del ábrego en la ladera sur del cerro. Y a pesar del letrero de multa de 50 euros por tirar residuos, vemos justo lo que no nos gustaría: latas, bricks, botellas de plástico, restos de basura debajo de unos pinos.

Y no lejos, el precioso castillo de Batres , ya en el lado madrileño de la comarca, con resonancias poéticas y una fuente tributo de poetas barrocos a Garcilaso, cuya familia ostentaba el Señorío de Batres por el lado de su madre, los Guzmán.

Y luego está la Sagra tauromágica : los certámenes de novilleros de Villaseca, los encierros de Villaluenga y Alameda, las corridas bajo techo de Illescas. Comarca muy taurina , sin duda, con esa ancestral conexión que nos brinda el toro.

Arte, literatura, patrimonio. Pero hay que abrir los ojos para apreciar la belleza escondida, la magia de la Sagra. Juan Manuel Prieto, pintor y maestro de pintura, sagreño , afincado con casa y taller en Lominchar, nos enseña a hacerlo. Lominchar, cuya iglesia tiene una de las más esbeltas torres , está en uno de los puntos más altos de la comarca. Caminamos al atardecer por el camino de la ermita de la Virgen del Olivo, en dirección a Recas . Atravesamos la sucesión de verdes, la «verdura de las eras», de una primavera anticipada. Prieto destaca que, ante nosotros, e stá prácticamente toda la paleta del Greco: sus verdes, su beige, su violeta … Esa paleta que prefigura la vanguardia y que él reutiliza para su plástica actual. ¡El Greco, eterna vanguardia, ante nosotros, en el atardecer de La Sagra!

2. GALDÓS Y OTRAS REFERENCIAS SAGREÑAS

Afueras de Lominchar: un giro en el camino, una bajada, y de repente, se toma conciencia de estar en una atalaya. Aunque hay una calima difuminada que todo lo difumina, la visualidad es imponente: a la izquierda, cómo no, el cerro del Águila , siempre ese cerro testigo, superviviente al ordeño insaciable que padece y que a Juan Manuel lo traslada a un western . Y en la lejanía, tras él, el castillo de Almonacid (donde Terry Gilliam dio comienzo al rodaje de su Quijote ) y hasta el cerro Calderico de Consuegra con su castillo sanjuanista y su secuencia de molinos. Enfrente, hacia el sur, la loma que alinea Olías con Bargas, y detrás el Pico Noez, donde dicen que desembarcó el Patriarca su Arca tras el diluvio, y los montes de Toledo, que nunca dejan de azulear.

Puesta de sol en Lominchar JUAN MANUEL PRIETO

Solo la crisis ha retardado esa M80 que conectará en un contínuo urbano Madrid con Talavera, Toledo, Ocaña y Tarancón. La superpoblación en torno a la autovía y sus aledaños ha desnaturalizado La Sagra , pero no del todo. Prieto propone una mirada que recorte los elementos que la afean para enmarcar bien y poner en valor la belleza que todavía conserva.

Desde la atalaya de Lominchar donde nos encontramos, s e divisan las yeserías de Alameda, las siluetas de Bargas y de Olías, el complejo de la cementera de Villaluenga que no ha conseguido acabar con la gran referencia del cerro testigo que jalona y referencia toda la comarca. Hacia poniente, la bola del sol cae renovando la paleta de colores que refulge y deslumbra justo antes del ocaso. Juan Manuel percibe ahora, en medio de esta apoteosis de violetas, toda la fogosidad y la energía de lo que él llama «el ángel del Greco»: l a abstracción de la Sagra-Mancha . La inmortaliza en una foto. Quién sabe si también en un cuadro futuro.

Galdós tuvo entre sus ciudades de la mayor estima literaria y vital a Toledo , a la que hace escenario mayoritario (desde un primer acto o tercio de la novela en Madrid) de una de sus obras mayores, Ángel Guerra . Pero la Sagra tiene gran presencia en esa novela, fundamentalmente a través de algunos de sus personajes. La Sagra representa el agro, la vida natural, tanto en un sentido de producción agropecuaria como de libertad respecto de los compromisos, rituales y atavismos de la capital. Ya en su etimología arábiga tiene ese sentido la denominación.

Obra de Juan Manuel Prieto

El personaje del canónigo Casado, director espiritual de Ángel Guerra en su no culminada transformación sacerdotal, es revelador. Natural de Cabañas de la Sagra , poseía en este municipio haciendas, molinos y rebaños. Amaba la vida campestre hasta el punto de haberse autolimitado su ascenso en la jerarquía de la Primada española. A través suyo, Galdós nos propone una visión bucólica, como un paraíso perdido, de la Sagra . «Es más bonito y hasta más cómodo sentarse en la cocina de una casa de labor entre los trabajadores, hablando de las faenas del día, que repantigarse en las sillas de Berruguete, asombro de las artes». Y añade don Benito: «lllegó a encontrar más hermoso un buen corral de gallinas que una función solemne de seis capas y el canto de los pajarillos le embelesaba más que el órgano, y la Capilla Mayor y la Summa de Santo Tomás le parecían menos interesantes que un campo de trigo bien espigado.”

Otra importante c onexión sagreña en Galdós es el personaje de Casiano , familia de los Babeles, un rico viudo joven de Bargas. Destaca en él su nobleza simple y la gran copia de alimentos y regalos que aporta, incluido un vestido de bargueña para su prometida, la madrileña Leré:«¡Y qué noblote, qué sencillo, qué buenazo! Su generosidad no tenía límites: después de llenarles la casa de pollos y gallinas, de quesitos y chorizos, de jamones y conejos, últimamente le llevó un regalo tan magnífico como delicado… Era un soberbio vestido de bargueña, de lo más fino, con todos sus arrequives y faralaes, el cual agradó mucho a Dulce, que lo halló pintiparado para su cuerpo y talle». Aparte de en Ángel Guerra , el personaje aparece en el episodio nacional Amadeo I con idénticos rasgos. La Sagra queda retratada como una comarca entre la Arcadia (el paraíso) y Jauja.

El Greco, Cervantes, León Felipe, Garcilaso, Galdós, referencias mayores e indelebles, pero L a Sagra es mucho más y muy vivo e importante también: foco del rock duro español en los 70-80 (Yuncler) , lugar de crianza del creador del humor chanante ( Santiago de Lucas, de Villaluenga ), estudio de un pintor de vanguardia reinventor de arquitecturas ( Olías, Luis Acosta ), estudio y biblioteca del más genuino editor de Castilla-La Mancha ( Alfonso G. Calero, Celeste y Almud, Bargas ), sede del estudio de televisión donde rendimos culto al cine clásico en el Callejón de las maravillas, lugar donde vivió mucho tiempo la poeta María Muñoz que nos enseñó que «felicidad resiste»… Y en su estudio/laboratorio de Lominchar, corazón de La Sagra, el pintor José Manuel Prieto, activista plástico y teórico de ese ilusionismo que transforma y permite apreciar la belleza de La Sagra y, por extensión, de toda la realidad. Recreador de una modernidad de la Sagra, en sus palabras, «con todo el esplendor plástico cretense iluminando el cosmos conceptual de los escenarios que nos plantean la ambientación cervantina y el cromatismo abstracto del arte contemporáneo».

Cerrro del Águila

Entre Mocejón , esa importante villa entre ribereña y sagreña, y Villaseca pudimos asistir en 2018 al rodaje del último Terminator , que recreaba uno de esos paisajes imaginados por Prieto, una estación perdida de la Norteamérica profunda.

Un castillo que desapareció y un cerro que permanece. País de fantasía por debajo de su ruda y monótona impresión de páramo desolado. Hay un parque al lado de la autovía. Busquen el mirador adecuado: desde allí divisarán , colgada en el horizonte, la silueta de Toledo, la joya escondida de La Sagra : alfa y omega, la única ciudad de Occidente mencionada en Las mil y una noches.

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