Alfonso González-Calero - ARTES&LETRAS CASTILLA-LA MANCHA

Combate en torno a las palabras y el sentido

Aguas arriba de mi madre, un libro lleno de ansias de búsqueda y hallazgos

Alfonso González-Calero
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Federico de Arce, murciano afincado hace más de 20 años en Toledo; profesor de Enseñanza media, narrador, nos ofrece ahora su primer libro de poesíaAguas arriba de mi madre (en Amargord ediciones, colección Trasatlántica). Un libro que fue presentado hace unas semanas en la Biblioteca de Castilla-La Mancha.

Federico de Arce. Aguas arriba de mi madre (poesía). Amargord ediciones.. 2016
Federico de Arce. Aguas arriba de mi madre (poesía). Amargord ediciones.. 2016

Se trata de un empeño circular sobre el sentido de la palabra, del silencio, de la naturaleza, del otro, de los otros, del lenguaje y del mundo; un empeño por descifrar lo que las palabras (las muchas palabras) han ido diluyendo o desfigurando, para llegar a la primigenia soledad, a la raíz inicial que habitaba «aguas arriba de mi madre»; es decir, al comienzo de todo.

Un empeño obstinado que una y otra vez se enfrenta a las preguntas esenciales y una y otra vez se pierde en el bosque de las palabras, para acabar ansiando escapar del pensamiento, del lenguaje, para ansiar alcanzar sólo el azul, el cielo, la sombra de un pájaro que vuela y que es en sí mismo el vuelo, el movimiento.

Federico de Arce se revuelve aquí por las palabras, contra las palabras, porque son su herramienta, porque se afirma escribiendo pero también porque -lúcido- sabe que el miedo está en el origen de las palabras y que «al escribir //me olvido de vivir».

El poema, que viene en un rollo o manuscrito enrollado, es una letanía sobre la autonomía de la palabra que, dejada libre, nos lleva por un camino que no imaginábamos y que no controlamos, pero cuyos hitos son las raíces en que se sustenta la vida del poeta/ narrador.

En Aguas arriba de mi madreel caos también nos remite a Nietzsche, a la alegría de bailar sobre los propios hombros sin encontrar la tierra bajo los pies después de dar la iniciativa a las palabras, como quería el simbolista francés Mallarmé.

En La construcción de la muralla china, Franz Kafka vertebra en buena parte el camino hacia un mundo oriental que ya no existe y que, tal vez, nunca haya existido, para dar mensaje al emperador, aunque sabe que el emperador es el camino en que camina y el lenguaje en el que se dice el mensaje. Esos caminos son los de Lao Zi, Caeiro, Machado, Rimbaud, Beckett, Nietzsche, Juan Rulfo, Lenz. Sólo a veces Hu Zi (el protagonista de este libro) se detiene en la casa donde la lengua de los hombres se habla sin los hombres. Los interlocutores de estos silencios son también Spinoza y Heráclito. No es extraño que los chinos a los que se encuentra en el camino lo llamen oscuro.

Pero De Arce sabe también que «vivir es ser otro» y que el otro requiere escucha que es «el arte// de lo sagrado». El poeta es naturaleza, se siente naturaleza o aspira a serlo, pero también sabe «el precio de la escritura// la sinceridad// la extinción». Y reconoce que su oficio, como escritor, como caminante, es «adivinar// los enigmas //de la naturaleza».

El exorcismo de la naturaleza, y el combate sin fin en torno a las palabras le conduce a su destino: «Sólo soy un hombre// que escucha a los pájaros».

La indagación, la búsqueda a través del bosque, del silencio y del dolor, conducen a Federico de Arce por una senda de desvelamiento en busca del sentido, de su propio destino y de su ser en el mundo. Estamos ante un libro potente, lleno de ansias de búsqueda y de hallazgos, verbales y de contenido. Un libro importante que no dejará indiferente a quien se acerque hacia él.

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