Mariano Serrano Pintado - ARTES&LETRAS

Sobre la autoría del Cristo Crucificado cedido por Liberbank al Museo del Greco

«En mi condición de copista y estudioso de la obra del Greco, estimo, con todo el respeto a otras doctas y cualificadas opiniones, que esta tabla del Museo del Greco, podría ser una obra de taller»

Mariano Serrano Pintado
TOLEDO Actualizado: Guardar
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El pasado 15 de Febrero este periódico publicaba la presentación de un cuadro del Greco: «El Museo del Greco se enriquece desde este miércoles con un "Cristo crucificado" de la etapa anterior a la llegada del Greco a Toledo, un pequeño óleo (30,5X19,8) que viajó con Doménicos Theotocópuli a España desde Roma y del que se conoce que a principios del siglo XIX era propiedad de un anticuario que lo vendió a Gregorio Marañón. El óleo fechado entre 1573 y 1574, pasó después a la Caja Provincial de Toledo y ahora es propiedad de la entidad Liberbank, que lo ha cedido por cinco años prorrogables, al Museo del Greco...» Subrayaba el director del Museo que luego continuaba: «El cuadro, que evidencia la influencia en el Greco de Miguel Ángel, representa a un Cristo crucificado sobre un horizonte bajo en el que hay unas apenas perceptibles figuras en un camino y una ciudad que a comienzos del siglo XX se identificó con Toledo, aunque estudios recientes han datado el cuadro en la etapa romana del Greco, con lo que la ciudad no es Toledo sino una ciudad "ideal".

Se cree, ha añadido el director del Museo, que el Greco llegó a Toledo (hacia 1577) con este óleo...»

Efectivamente; el primer documento fechado que patentiza la presencia del Greco en Toledo, lo firma el 2 de Julio de 1577 el canónigo obrero de la catedral de Toledo, García de Loaísa, adelantando dinero al pintor a cuenta del «Expolio». Ahora bien, el artista J.F. Willumsen,. en su libro «La juventud del pintor el Greco», supone que en 1572 abandona Roma y viene a España. Durante estos cinco años, afirma este autor, trabajaría para las obras del Escorial (Su iglesia se acabó en 1582) y conocería Toledo, cautivándole su paisaje. De tal manera le sedujo la panorámica de Toledo que la pintó como motivo del cuadro en su «Vista de Toledo», denominado comúnmente «Toledo en Tormenta», en el Metropólitan Museum de Nueva York, donde traspone la Catedral a la izquierda del Alcázar. Luego en la impresionante «Vista y plano de Toledo» del Museo del Greco, utilizando este horizonte toledano en un gran número de cuadros. Podríamos enumerar algunos: «Cristo crucificado con la Virgen y San Juan evangelista» en el Ringling Museum de Sarasota, «Santiago el Mayor como peregrino» de Budapest, «Cristo crucificado con vista de Toledo» Madrid, Banco Urquijo, «San Martín y el mendigo» de la Capilla de San José, «Cristo agonizante» de Cincinnati, «La Asunción» de la Capilla de Oballe, el «Laoconte» en Washington, «La Crucifixión» con la Virgen y San Juan, del Prado, «Cristo agonizante» en Sevilla y tantas versiones de «Cristo en la cruz», repartidas por todo el mundo.

Si observamos con detenimiento en el «Cristo crucificado» que nos ocupa, ese «horizonte bajo» en un tono blanquecino y como desdibujado, el camino y los insinuados personajes, y lo comparamos con los numerosos paisajes de Toledo que el Greco pintó como tema principal o como, en este caso, fondo de la pintura, comprobaremos que el tratamiento, color, elementos y volúmenes son siempre los mismos, con ligeras variantes según el punto de vista de la panorámica. En el de Liberbank, la «aguja» de la torre de la Catedral, con sus tres segmentos, es identificable perfectamente, así como los volúmenes de su derecha que bien podrían ser edificios y el Alcázar de Toledo. Horizonte casi idéntico al del «Calvario» de Pensilvania o «La Crucifixión» de Madrid, por ejemplo. Y si lo comparamos con el «Cristo agonizante» del Museo de Santa cruz de Toledo, veremos que es la misma silueta de Toledo y no una ciudad «ideal».

Tras estas consideraciones, se podría deducir que el cuadro no se habría podido pintar en Roma, antes de venir El Greco a Toledo, sin conocer su paisaje para reflejarlo en la composición. A este respecto, J. Gudiol en su obra «El Greco», dice: «Se han puesto reparos a la atribución al Greco de una pequeña tabla con la representación del Crucificado, perteneciente a la colección de Marañón en Madrid...Lo que sorprende es la aparición, en el fondo del paisaje, de una masa vertical que coincide con la interpretación dada por el Greco de la gran torre de la catedral de Toledo en sus paisajes de la época toledana. ¿Es puro azar?.

Manuel B. Cossío, no le menciona como cuadro del Greco en su obra «El Greco», aunque sí le cataloga indicando que «Wethey dice que podría ser el nº 375 de catálogo de 1908, que pertenecía a D. Rafael García de quien los adquirió el doctor Marañón».

Tiziana Frati en su exhaustiva catalogación de la obra pictórica del Greco, lo ignora igualmente. José Camón Aznar en su catálogo señala: «Sochner dice que es obra dudosa del Greco».

Ante lo expuesto, y en mi condición de copista y estudioso de la obra del Greco, estimo, con todo el respeto a otras doctas y cualificadas opiniones, que esta tabla del Museo del Greco, podría ser una obra de taller. Una pequeña réplica de alguno de los «Cristo crucificado« salidos de manos del maestro, vistos los rígidos celajes y como dice Camón Aznar: «...una mayor robustez de anatomía y unos colores más cárdenos...». Carece de la luminosidad de los colores del Greco.

Francisco Pacheco, pintor sevillano, maestro y suegro de Velázquez, en 1611 visitó al Greco en Toledo y escribió en su libro «El arte de la pintura«: «...tenía los originales de cuanto el Greco había pintado al óleo en lienzos más pequeños«. ¿No podría ser este pequeño cuadro una de estas copias realizas por algún aventajado aprendiz de su taller?

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