Carlos Rodrigo

Feliz Día del Libro. Leamos menos

«Nunca tantos sin saber de nada hemos dicho o escrito tanto y tonto sobre todo»

POR CARLOS RODRIGO

Este jueves es un día en el que se conmemora algo realmente hermoso. Si hay una singularidad que nos diferencia del resto de los seres vivos es la palabra. Y desde que la palabra se hizo escrita y habitó entre nosotros, nos regaló los libros: maravillosos en su excelencia, execrables en su indecencia, implacables en su olvido. Seres fascinantes que podrán cambiar de modelo pero que siempre mantienen intacta su figura.

Hoy, en su día, más compañeros que nunca en las jornadas de reclusión, un poco de historia y una reflexión

Libro que viene de liber . El libro, antes de ser un libro completo tal como lo entendemos hoy, era la corteza de la planta con la que se construía el papel.

Papel que bebe del valenciano paper y del latín papyrus ; una esas plantas que crecían en el antiguo Egipto de cuyas fibras se sacaban las láminas para escribir.

El libro, el papel, siempre fueron símbolo de poder . El papiro de escribir era un privilegio; y los egipcios, grandes comerciantes como eran, no fueron muy dados a mercadear con él. De hecho, cuenta la leyenda, que cuando los griegos, otros grandes comerciantes, se interesaron por uno de ellos les contestaron: no lo toquéis es el del Faraón . Es muy significativo que esta expresión se escriba, utilizando la escritura jeroglífica sagrada egipcia, con las siglas PPR, papyros.

Por último, la Biblia viene de biblion , libro entendido como rollo de papiros . Un libro poderoso donde los haya.

No sé si los libros nos hacen libres, eso sería demasiado pretencioso, pero sí nos otorgan conocimientos y a los más aventajados sabiduría, y eso nos hace más poderosos siempre y cuando nos ayuden a discernir y a construir nuestras propias opiniones , porque siempre es más fácil ser libre siendo poderoso que estando en situación de debilidad.

Llegados a este punto, y como hoy es el día del Libro quiero recuperar las palabras de nuestra principal aportación a la historia de la Humanidad: El Quijote , y más concretamente estas palabras que a todos, al menos en sus primeras líneas, nos suenan:

—Ahora digo —dijo a esta sazón don Quijote— que el que lee mucho y anda mucho ve mucho y sabe mucho. Digo esto porque ¿qué persuasión fuera bastante para persuadirme que hay monos en el mundo que adivinen, como lo he visto ahora por mis propios ojos?

Así hablaba el caballero tras alucinar con el mono adivino de maese Pedro. Y es que leer mucho y ver mucho tiene dos caras según le luzca a uno. Del «si leo mucho sé mucho» se pasa con una facilidad pasmosa al «Pedro, cuanto más leo más tonto me queo».

En esta era de redes (toda red por definición está llena de agujeros), y posiblemente aún más en estos días, se supone que leemos más que nunca. Pero, ¿qué leemos, leemos a clásicos, leemos a referentes, tenemos referentes, leemos noticias, los que dan noticias nos dan noticias, las informaciones están contrastadas, sabemos si una información es real?

A poco que rasquemos o rasguemos llegaremos a la conclusión de que lo único cierto es que: nunca tantos sin saber de nada hemos dicho o escrito tanto y tonto sobre todo. Y nunca la mentira, o la no verdad, se ha pagado tan barata.

Dos personas con responsabilidad pública pueden decir lo mismo y lo contrario y no haber consecuencias; y posiblemente no es porque se pueda demostrar que uno dice la verdad y el otro miente, o que ambos mienten, sino porque simplemente estamos imbuidos en un sistema perverso en el que no se puede demostrar quién dice la verdad, y aunque se pudiera muchos no tenemos la suficiente gallardía de reconocerla.

Volviendo al mono de maese Pedro, Tertuliano, el Padre de la Iglesia (si el pobre levantara la cabeza y viera que se ha convertido en el patrón de los opinadores universales), fue el primero que le otorgó al diablo condición de mono, el demonio era el simio de Dios; su perfecto imitador; de ahí su peligro para el ingenuo, o el tonto útil, para el que no discierne. La mentira es el mono imitador de la verdad y muchas veces supera a su maestra en tenacidad y belleza.

Y sí, que contra los bulos, ahora tan de moda, nada de censura previa, sino reflexión y opinión ; claro, que eso exige meditación y formación; pero es que resulta que a lo mejor el problema está en que la formación es tediosa y la meditación es dolorosa; que nos es muy cómodo anclar el mando en el Sálvame o en El hormiguero porque hoy no tengo ganas de pensar; o que opto por ver siempre el mismo telediario u oír a los mismos tertulianos, para que me den mi pensamiento hecho.

A lo mejor es que tenemos los políticos y los sociólogos que nos merecemos; que el que se atreve a hacer según qué tipo de preguntas seguramente es porque sabe que va a recibir según qué tipo de respuestas, y contra eso no hay vacuna antitezánica que valga.

A lo mejor nos hacen las preguntas que nos merecemos. A lo mejor es que, como dice Miguel Ángel Ballestero, autor de El refugio, somos una generación Sálvame, Hormiguero, que nos gusta vivir las miserias de otros , lo entretenimientos de otros o las opiniones de otros, sin sentarnos a pensar, porque pensar resulta doloroso.

A lo mejor es que es más fácil escupir una opinión que hacer una mascarilla. Posiblemente hablar es gratis y fabricar una mascarilla no es gratis. Posiblemente si se ha logrado mantener una distancia de seguridad entre las personas tampoco sea tan complicado hacerlo con las palabras. El anestesiado mar de la mediocridad es inmenso . Yo creo que el problema no está en los bulos, si no en que a lo mejor no acabamos de creernos a nadie.

Esto es un tema de credibilidad. Si tengo que evitar que los demás digan, a lo mejor es que hay un problema con lo que yo digo, a lo mejor es que no soporto que los demás piensen que lo que yo digo es un bulo, y lo que es peor, a lo mejor no puedo demostrar que lo que yo digo es verdad.

A lo mejor es que hablo mucho y mal como un bulo, en vez de poco y bien como la verdad a todos debida. A lo peor es que la verdad es lo de menos. A lo peor es que se impone el ruido, que somos ruido. A lo peor los aplausos son ruido y no nos dejan oír los minutos de silencio.

Si uno es un referente, es creíble y es respetado; lo es y punto. Nadal no necesita hablar mucho, da dos raquetazos y ya sabemos lo que hay. Subasta una camiseta y se pagan 22.500 euros.

Les dejo con la pregunta de la semana. Que me perdonen Cervantes y Shakespeare en hoy su día:

¿ Cree usted que en estos momentos habría que prohibir la difusión de bulos e informaciones engañosas y poco fundamentadas por las redes y los medios de comunicación social, remitiendo toda la información sobre la pandemia a fuentes oficiales, o cree que hay que mantener la libertad total para la difusión de noticias e informaciones?

Mi respuesta ante preguntas de este jaez (sin entrar en básicos planteamientos lógicos que la desbaraten), hoy en el día del Libro, es dar un consejo paradójico, y perdónenme el descaro (como decía Cela, los consejos son como el culo, todos tenemos uno): leamos menos.

Discriminemos. Leamos mejor. Seleccionemos. Critiquemos sin rubor. Que no opinen por nosotros. Que encontremos una perla entre tanta inmundicia. Que nos manchemos las manos. Que no nos lo den hecho porque nadie regala perlas verdaderas.

Y si no les gusta este artículo o mi careto, como decía el de Los Ilegales, cambie de canal. Pero cambie usted mismo, que no le den un mando en el que solo funcionen cuatro canales , o una biblioteca en la que todos los libros se lleven bien.

Los enemigos son necesarios, nos dan vida, nos hacen fuertes. Dame un buen enemigo y líbrame de un falso amigo.

Ladran luego cabalgamos amigo Sancho. Que no se nos olvide.

Feliz día del libro. Leamos menos y mejor.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación