Andrés Martínez - Opinión

Prefiero chivato a corrupto

«Nuestra sociedad ha crecido en estos estereotipos, premiando de forma encubierta a aquel pícaro, que siendo niño podía saltarse las normas e incluso apropiarse de lo que no es suyo, y satanizando al chivato»

Por ANDRÉS MARTÍNEZ

Hola, que alegría volver a encontrarte. Llevaba algún tiempo sin verte, supongo que los dos hemos tenido mucho lío, llevaba un par de semanas, sin escribir. Hoy me dio por buscar en el diccionario, el significado de la palabra «chivato» . La primera definición que encontramos es la de soplón. Me seguía picando la curiosidad, por lo que me aventuré a indagar y conocer el significado de esta palabra, tantas veces utilizada. Nuestro diccionario, define soplón, como la persona que acusa, delata a alguien o informa de forma secreta acerca de algo. En ningún momento, encontré ninguna connotación, que le diera a dicho concepto el tono despectivo con el que yo lo asociaba. Su definición, no decía en ningún momento, acusar de forma injusta , o faltar a la verdad, por lo que me invadió una sensación rara, de la que nació esta reflexión.

Las personas de mi generación, nacidos en los setenta, hemos crecido con la idea de que vivimos en el país de la picaresca , incluso en esa firme convicción de que los pícaros, aquellos que consiguen beneficios sin seguir las reglas del juego, son los más listos e inteligentes, ya que son capaces de saltarse las normas y llegar a la meta sin apenas esfuerzo. Lo que no nos contaron, es que para que haya pícaros, o llamados de otra forma, corruptos, debe de haber cómplices, capaces de no delatar y cubrir las fechorías de éstos.

Lo que me ha terminado de enfadar esta tarde, según avanzaba en esta reflexión, es darme cuenta de que nos educaron para ser cómplices, en tanto en cuento, nos muestran desde muy pequeños que «chivarse», es algo malo, que conduce al desprecio y al estigma de todos, etiquetándote de forma despectiva bajo la denominación de «chivato». Mi sorpresa está, cuando al profundizar en el significado del término, no encontré, como te comenté antes, ninguna connotación por la que adquirir ese sesgo. Simplemente alude al hecho de denunciar algo que, todos entendemos que no es correcto. Sin embargo, por el miedo a las negativas consecuencias que en nuestra sociedad, culturalmente entendemos que implican ser un chivato, nos mantenemos en silencio, en un claro gesto cómplice con el pícaro.

Cuantas veces, hemos sido cómplices con nuestro silencio de pequeños actos, que aún sin tener un grave riesgo para los demás, han podido contribuir a generar y construir la sociedad que tenemos hoy. Por ejemplo, aquel compañero o compañera de clase que, se adueñó sin permiso de la goma de borrar de su vecino de pupitre, metiendo la mano con total impunidad en su estuche. No fuimos capaces de informar de aquello, de delatar a alguien que estaba haciendo algo que no era correcto, en definitiva, no fuimos unos chivatos. Incluso ahora que lo escribo, me invade un sentimiento erróneo de satisfacción por no haberme chivado, cuando en el fondo, tengo que recriminarme el no haberlo hecho, a sabiendas que soy al día de hoy cómplice de aquel acto deplorable.

Sin darnos cuenta, nuestra sociedad ha crecido en estos estereotipos, premiando de forma encubierta a aquel pícaro, que siendo niño podía saltarse las normas e incluso apropiarse de lo que no es suyo, y satanizando al chivato , cuando era este último quien cumplía con las reglas del juego y arriesgaba la seguridad de su anonimato, buscando el bien común y la lucha contra la injusticia. Lo que no sabíamos, o nadie nos contó siendo niños, es que estos actos cuando somos mayores, ya no son propios de la picaresca sino de la corrupción, entendiendo que dicha picaresca enfermiza, afecta al conjunto de muchos, conllevando graves problemas para el conjunto de la sociedad.

Seguramente, si hubiera más chivatos, los corruptos no cometerían sus fechorías, disfrutando en muchas ocasiones de la impunidad que les da el silencio de los otros. Dejemos de inculcar a nuestros hijos e hijas, los modelos cómplices con los que fuimos educados nosotros. Mostrémosles otra forma de hacer las cosas, «hija, cuando veas algo que no está bien, una injusticia, algo que no es lo correcto, por favor dímelo o habla con aquel que pueda solucionarlo». Olvidemos de una vez por todas eso de, «si lo dices, eres un chivato». Decide tú, yo lo tengo claro, prefiero ser chivato a corrupto .

Andrés Martínez , es presidente del grupo de entidades sociales CECAP

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