Los pueblos de la España vaciada, «invadidos» de madrileños

El alcalde de Campillo de Ranas lamenta que «ahora hay tantas casas abiertas como si fuera verano»

Francisco Maroto es el alcalde de Campillo de Ranas EFE

EP

Campillo de Ranas es uno de esos pequeños pueblos de la Arquitectura Negra de Guadalajara en el que apenas medio centenar de vecinos viven todo el año. El municipio es el más famoso de la zona porque en su día el alcalde, Francisco Maroto, fue el primero de España en casar a homosexuales y eso le convirtió en un destino turístico.

Ahora, pese a que todas las casas rurales se encuentran cerradas y se han cancelado todos los eventos por el coronavirus, Maroto lamenta que «hay tantas casas abiertas como si fuera verano». El alcalde asegura que se encuentran «invadidos» de madrileños que huyen de la ciudad y que tienen su segunda vivienda en Campillo.

«Lo que no puede ser es que se le diga a la gente que no se mueva y se lo estén tomando como si fueran unas vacaciones», se queja, y añade que algunos incluso están aprovechando para resolver problemas de fincas, licencias y demás papeleos con el Ayuntamiento, por lo que Maroto ha decidido echar el cierre presencial porque «está claro que no es el momento».

Entre las personas mayores del municipio «hay cierto miedo pese a que saben que no les queda más remedio que estar en su casita y aguantar el chaparrón». Además, el alcalde reconoce que si se les presentara un caso de coronavirus no sabrían bien como deben actuar: «No tenemos mascarillas, ni guantes, ni nada. En vez de tanta tontería podían dotar de todo este material a los centros médicos de los pueblos pequeños».

Maroto echa de menos más información y atención por parte de las administraciones competentes a pequeños pueblos del medio rural como el suyo, donde la comunicación no fluye igual y «todos los vecinos tienen la misma posibilidad de acceso a los medios».

En cuanto a los servicios básicos, el sábado fue el último día que llegó el furgón del panadero, que va al pueblo cada dos días, como el tendero. Sin embargo, el alcalde no tiene constancia de cuando volverán de nuevo. La realidad de Campillo es muy diferente a la de la gran ciudad, de ahí que sienta que están «algo desatendidos». «Nos encontramos un poco perdidos porque nadie nos informa sobre lo que va a pasar», dice.

«El alcalde de Azuqueca o el de Alovera publican un bando y solo con llamar al secretario va al Policía Municipal y lo coloca por los bares y donde sea. Aquí, si hay que ponerlo, tiene que hacerlo el alcalde y eso también genera un enfrentamiento con el propio dueño del establecimiento», finaliza.

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