Ciudad Real

«Judas y muñecas», la ardiente celebración que deja atrás el invierno

En Alamillo despiden la Semana Santa quemando muñecas y manteando a Judas, en una ceremonia de la muerte del invierno y la resurrección de la primavera

En la elaboración de las muñecas y los judas, que representan a personas populares, participan los vecinos del pueblo de Alamillo ABC
Francisca Ramírez

Esta funcionalidad es sólo para registrados

En Semana Santa las antiguas tradiciones recuperan su esencia , a pesar de la pandemia del coronavirus. Esto ocurre en el municipio de Alamillo (400 habitantes), emplazado entre los Campos de Calatrava y las estribaciones de Sierra Morena, en la zona donde se extiende imponente el Valle de Alcudia. En esta paraje natural sus habitantes han establecido una relación con el valle, basada en la ganadería y la agricultura, a las que rinden tributo cada año con la celebración de «Judas y las muñecas», como preludio al inicio de la primavera .

Aunque existen celebraciones similares en orígenes y ritual, los «Judas y Muñecas» de Alamillo contienen bellos matices que lo convierten en un espectáculo único. Se trata de una celebración ancestral, que mezcla lo pagano y lo religioso , ligado a los ciclos agrarios, explica la profesora del IES Fray Andrés de Puertollano y licenciada en Bellas Artes, María del Prado Sepúlveda Moreno, que se ha dedicado a investigar sobre los orígenes de esta fiesta tan popular en este pequeño pueblo ciudadrealeño.

¿En qué consiste esta celebración ancestral?. En Alamillo durante la Semana Santa, entre el Jueves Santo y la mañana del Sábado, se elaboran los judas y las muñecas. En la tarde del sábado —afirma María del Prado Sepúlveda—, se exponen en los balcones y calles de la localidad, especialmente en la calle Nueva, eje neurálgico y punto de encuentro del municipio y al que acuden los vecinos y turistas para contemplar el trabajo realizado durante los días previos para elaborar estas figuras, que en ocasiones representan a personajes populares que han influido en la vida diaria no solo de la localidad sino a nivel nacional.

El rito y la fiesta

La ceremonia continúa cerca de la media noche del Sábado de Gloria, cuando todos los habitantes de Alamillo se concentran en la céntrica calle Nueva, donde se quemarán las muñecas, atadas de ambos brazos por cuerdas que permitirán que sean giradas desde los balcones.

«Es un espectáculo muy bello ver a las muñecas en comba aérea porque la luz que emanan, mientras se consumen, alumbran a todo el municipio», explica la profesora, que asegura que con esta ceremonia la muerte del «Judas» representa el enterramiento del invierno. Por el contrario, la quema de la muñeca es una llamada a la vida, a la primavera, tras el largo sueño invernal, remarca María del Prado Sepúlveda.

Mientras se sigue dando comba a la muñeca, las «pavesas» (cenizas) saltan por los aires y una bola de fuego surca la noche. Una vez se han quemado las 20 muñecas (que suelen participar cada año), los vecinos se dispersan, esperando a que llegue el nuevo día para realizar el manteo de los judas.

La ceremonia arranca de nuevo el Domingo de Resurrección, cuando la gente va en busca de los judas. Con una manta se tiran al aire y se recogen. Se rompen y destrozan esparciendo la caja con la que han sido rellenados, entablando pequeñas batallas y forcejeando por los despojos. Tras culminar con esta fiesta, los lugares se van al campo a celebrar «el día del borrego» en el que se consume la carne de este animal.

La confección

Prado Sepúlveda reconoce que la tradición de esta fiesta se remonta a siglos atrás y en la elaboración de las figuras participan todos los vecinos. La muñeca se construye con dos listones de madera lo más rectos posibles, se clavan en forma de cruz. En el brazo más corto se taladran dos agujeros, uno a cada lado, por donde se pasan y anudan dos alambres fuertes.

Se van atando al cuerpo manojos de papel, de abajo a arriba creando capas para dar el mayor volumen posible a la falda, y combustible suficiente para que arda bien. Para dar forma al torso y brazo se lía de nuevo papel y en una bola de tela se dibuja la cara con el personaje al que se quiere destacar. Finalmente, se introducen bolsas de sal gorda entre los pliegues de la falda para que estallen al arder.

En la elaboración del judas se buscan y recogen diversas prendas de ropa vieja, usando las más divertidas, llamativas y que inviten a la burla. Se va montando el cuerpo del personaje, usando el ingenio de quién lo elabora. El judas como es prácticamente imposible que se mantenga en pie debido a la flacidez, lo más normal es sentarlo en una silla, en posturas graciosas para llamar la atención del público.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación