FESTIVAL MANCHA NEGRA

Benito Olmo: «Los grandes criminales rara vez ponen un pie en la cárcel, como no sea para inaugurarla»

El autor gaditano de género negro estará presente este sábado en el festival 'Mancha Negra' de Ciudad Real, donde presentará su nueva novela, 'El Gran Rojo'

Mariano Cebrián

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Benito Olmo (Cádiz, 1980) se hizo un hueco en el género negro con 'La maniobra de la tortuga', una novela que llegará en forma de película a los cines el próximo año. Y, aunque siempre es difícil superarse, su nueva novela, ' El Gran Rojo ' (Alianza de Novelas), promete y mucho. Todos aquellos que lo deseen lo tendrán en el festival 'Mancha Negra' de Ciudad Real, donde estará el sábado, a las 19.00 horas , para dar a conocer a sus personajes y sus disyuntivas en un mundo negro y globalizado.

Ese es precisamente el trasfondo de 'El Gran Rojo', una historia que ha sido definida como « un Fargo a la española ambientado en Frankfurt ». Su protagonista es el detective Mascarell , un tipo al que recurres cuando no te queda otra salida. Acostumbrado a moverse por el barrio rojo, las narcosalas y algunos de los tugurios más apestosos de esta ciudad alemana, su fama de resolutivo le ha proporcionado una sólida reputación como detective de casos perdidos. Sin embargo, un mal día se verá obligado a hacer frente a un encargo más extraño de lo habitual y demasiado bien remunerado para ser legal.

En su camino se cruzará con el de Ayla, una adolescente de origen turco empeñada en averiguar la verdad tras la muerte de su hermano y en esclarecer los turbios asuntos en los que se vio envuelto antes de morir. La investigación los llevará a rondar algunos de los lugares menos recomendables de la ciudad y los colocará en el punto de mira del Gran Rojo, la organización que habita a la sombra de los rascacielos y que no tiene piedad con quien se inmiscuye en sus negocios.

Ha aparcado al detective Bianquetti, que tantos éxitos le ha dado e incluso con el que ha conseguido la adaptación audiovisual de su novela 'La maniobra de la tortuga'. ¿Cómo lleva el subidón que supone algo así?

Estoy muy entusiasmado con este proyecto, sobre todo por el alcance que va a tener. Nos guste o no, hay una parte importante de la población que no frecuenta las librerías, pero que en cambio sí que consume productos en formato audiovisual. La película me va a permitir llegar a ese público, mostrarles quién es Bianquetti y, espero, darles algunos motivos para leer mis novelas.

¿Volverá a recuperar a este personaje para la literatura?

Bianquetti me ha dado muchas alegrías y ya le tengo preparada una nueva aventura. Sin embargo, reconozco que escribir dos novelas seguidas protagonizadas por el mismo personaje me dejó exhausto. Necesitaba un revulsivo. De ahí que decidiera cambiar de tercio, de personajes e incluso de ciudad.

Está intercalando su faceta literaria pura con las audioseries del género negro. ¿Cómo es esta experiencia?

Muy divertida, por encima de todo. Se trata de un lenguaje diferente, a mitad del camino entre el guión cinematográfico y la narrativa tradicional. Resulta muy estimulante poder echar mano de todo un arsenal de efectos sonoros y aprovecharlos para trasladar al oyente una historia lo más dinámica posible. De momento he escrito dos audioseries, ‘Desajuste de cuentas’ y ‘Wonderland’, ambas con Storytel, y funcionan tan bien que es muy probable que siga explorando las posibilidades de este formato.

Yendo a su nueva novela, 'El Gran Rojo', nos presenta a un nuevo protagonista del género, Mascarell, un detective gaditano, como usted, que se marcha a Frankfurt (Alemania). Hay un paralelismo entre su vida y la del autor. Pero, ¿qué pinta un gaditano como usted y un investigador como su personaje en tierras alemanas?

Tenía muchas ganas de ambientar una novela en Frankfurt. Estuve en esta ciudad hace varios años y me cautivó. No me parece bonita, ni siquiera acogedora, pero me pareció un lugar formidable en el que ambientar un thriller como El Gran Rojo. Por eso, en cuanto tuve la oportunidad, hice las maletas y me vine a escribir esta novela. Me he servido de Mascarell para establecer un paralelismo y hacer que los lectores sepan de primera mano cómo es el proceso de adaptación de un español que recala en Frankfurt y hace lo que sea para sobrevivir.

Frankfurt parece un personaje más de su novela. De hecho, dice que escribió la primera línea de 'El Gran Rojo' el mismo día que llegó a la ciudad y que espera escribir dos historias más en ese escenario. ¿Tan inspiradora ha sido?

Frankfurt es una ciudad muy estimulante, sobre todo si la miras con ojos de escritor. El barrio rojo, las narcosalas, los narcopisos... son ingredientes demasiado suculentos como para no aprovecharlos. El hecho de que esos lugares se encuentren en pleno distrito financiero, a la sombra de los rascacielos que conforman su característico skyline , los hace aún más atractivos. He disfrutado mucho escribiendo ‘El Gran Rojo’, pero tengo la sensación de que me he dejado algunas cosas por contar. Por eso, planeo escribir al menos dos novelas más en esta ciudad, para terminar de exprimirla y sacarle todo el jugo, si me permite el símil.

'El Gran Rojo' hace referencia al barrio rojo de Frankfurt, un lugar que usted representa como sórdido y maloliente, con vicio y delincuencia, justo al lado de las grandes torres financieras y administrativas. ¿Están estos dos mundos más cerca de lo que parece?

Están tan cerca que si te acercas demasiado llega un momento en el que cuesta dilucidar en qué lado te encuentras. Ese es el motivo por el que la trama de ‘El Gran Rojo’ orbita entre los que no tienen nada y los que lo tienen todo. No soporto la impunidad, sobre todo la que otorga el poder, el dinero o los contactos. Todos sabemos que a la cárcel solo van los perdedores, los que no tienen para pagarse una coartada o un abogado decente. Los grandes criminales de este país rara vez ponen el pie en una prisión, como no sea para inaugurarla.

La inmigración está muy presente en su novela y un ejemplo de ello es el personaje de Ayla. Viendo las imágenes de estos días en la frontera de Ceuta con Marruecos, que usted conocerá bien por la cercanía con su tierra y por haber trabajado en la Policía Portuaria, ¿cree que la integración de este colectivo está en el debe de la Unión Europea y del mundo en general?

Sin duda, pero tengo la impresión de que estamos a años luz de que nuestros gobernantes se pongan de acuerdo en algo tan obvio como defender los derechos más elementales del ser humano. Es desalentador que en pleno siglo XXI y ante una crisis humanitaria como la que acaba de desatarse no veamos una respuesta contundente y rotunda. Que una persona tenga más derechos y oportunidades que otra por el simple hecho de haber nacido al otro lado de una valla me parece una aberración.

¿Es quizá la novela negra una de las herramientas más útiles, sino la que mas, para hacer denuncia social y concienciar acerca de ciertos aspectos del mundo que nos rodea?

En mis novelas hay una clara intención lúdica, pero la materia prima con la que trabajo es la realidad. Por eso, me resulta inevitable hablar de lo que encuentro en mi día a día, ya sea la gentifricación, la proliferación de las casas de apuestas o las actitudes machistas que encuentro en muchos ámbitos de la sociedad. Sin embargo, mi objetivo no es concienciar, sino conseguir un relato lo más fiel posible a la realidad y que los lectores se sientan identificados con lo que leen.

¿Cree que la novela negra en general, y la española en particular, pasan por su mejor momento?

La alta demanda de novela negra en los últimos años ha dado lugar a una sobresaturación del mercado y a la profusión de novelas bastante mediocres que, de no haber existido esa demanda, difícilmente habrían visto la luz. No obstante, los lectores son implacables y, después de ese pico, han dado un sitio a los autores que verdaderamente lo merecen. Hay escritores nacionales que hacen novela negra de muchos kilates, como es el caso de César Pérez Gellida, Susana Martín Gijón, Juan Ramón Biedma o Rosa Ribas, por citar solo unos pocos.

¿Y por dónde irán los próximos derroteros literarios de Benito Olmo: por Bianquetti o por Mascarell?

¿Le confieso algo? Tengo muchas ganas de terminar de desarrollar el personaje de Ayla, a la que doy vida en 'El Gran Rojo'. Creo que aún le queda mucho recorrido. Se trata de una chica que lo tiene todo en contra: en plena adolescencia, debe hacerse respetar en un mundo eminentemente masculino como es el del menudeo con hachís, tiene que cuidar a su padre enfermo de Alzheimer y, por si fuera poco, se echa a la espalda la responsabilidad de averiguar la verdad sobre la muerte de su hermano. Resulta fácil conectar con ella y tengo muchas ganas de averiguar hasta dónde puede llevarme.

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