Vídeo: el chorizo de Teror, emblema de Canarias

Estos embutidos recorren medio mundo de mano de turistas y de los canarios que viven fuera y se lo llevan. Poco a poco los cocineros de las islas lo integran cada vez más como ingrediente en sus platos

Alfonso J. López

El chorizo que se produce en Teror es una de los emblemas de la calidad alimentaria que se produce en la sislas. Una de las familias tradicionales en la elaboración de este producto es la de Blas José Sánchez Domínguez (1956), quien fundó a finales de los años Ochenta «Chorizos Terorero» en la Avenida del Cabildo Insular 43. Hoy en día, junto a su esposa, Flora Soledad Mendoza Díaz, sus hijos, Ylenia y Roberto Sánchez Mendoza, y varios colaboradores elaboran chorizos y morcillas casi de manera artesanal como cuando comenzaron. «Lo único que hemos cambiado es una maquinaria acorde a los tiempos que corren porque la producción ha aumentado exponencialmente con los años», explica Roberto Sánchez, gerente de la empresa al Patronato de Turismo de Gran Canaria.

La base del chorizo de Teror es: pimentón, sal, vino blanco, especias, ajo, tocino de cerdo y carne magra, para el colorado. Y el blanco lleva prácticamente los mismos ingredientes, excepto el pimentón y que además, se le añade nuez moscada. Sin embargo, cada uno de estos productores han conseguido, sin perder la esencia, darle identidad propia a sus chorizos y que sea posible apreciar entre ellos matices diferentes. «El chorizo de Teror tiene un sabor envolvente y una textura única. Entre los turistas tiene muy buena acogida y su originalidad envuelve el paladar de quien lo prueba. Al ser suave, hace que hasta los niños lo disfruten», comenta Roberto Sánchez.

Gran Canaria es el principal consumidor de este chorizo, pero se vende también a nivel regional, nacional e internacional, siendo la producción semanal de cada uno de estos productores de unos 3000-3.500 kilos. Gonzalo afirma que se siente orgulloso del cariño que tienen los grancanarios por este producto y de la reacción de los turistas cuando lo prueban en los establecimientos de hostelería y en el mercadillo de los domingos del pueblo.

Así, estos embutidos recorren medio mundo de mano de turistas y de los canarios con morriña que viven fuera y se lo llevan. Se han convertido en un emblema de Gran Canaria. Además, destaca cómo poco a poco algunos cocineros de la isla lo integran cada vez más como ingrediente en sus platos que «si esto tuviera algo más de promoción, se haría más popular fuera de las islas».

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